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Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

Inmersión

Es la primera vez que en el socialismo catalán se cuestiona, aunque sea de forma confusa, uno de los más importantes mantras nacionalistas: el éxito indiscutible de la inmersión lingüística como factor de cohesión

El PSC ha presentado la ponencia política para su congreso a celebrar a mediados de diciembre. Iceta, aliado de Sánchez, aunque en las primarias de 2014 apoyó a Madina, se ha destacado desde entonces como el máximo valedor del actual líder indiscutible de la militancia del PSOE. La apuesta de este último, hace algún tiempo, por el reconocimiento de Cataluña como nación y España como nación de naciones, había sido guadianamente oscurecida tras algunos avatares electorales en los que se había envuelto en bandera española de proporciones macro. Ahora, tras el estrepitoso fracaso de su repetición electoral, para la que demandaba votos para un gobierno fuerte y estable del PSOE sin la dependencia de los inexpertos podemitas y los sediciosos independentistas, se ha reconvertido de nuevo en el brillante luchador contra la corrupción que echó a Rajoy del gobierno con el auxilio de Unidas Podemos y Esquerra Republicana; aunque sin decir ni mu de la sentencia de los Eres andaluces. Dopado con el lorazepam ya se ve durmiendo con toda la púrpura en el colchón sin restos de ADN del "indecente" Rajoy, sin ninguna ansiedad por el apuro de tener que sostenerse en Iglesias, un pisoteador de la libertad de expresión (boicot a la conferencia de Rosa Díez, Universidad Complutense, 2010) y en un delincuente sedicioso (Junqueras, cárcel de Lledoners).

Iceta, un nostálgico de la FPS (Federación de Partidos Socialistas) de 1976, defendía hasta hace nada el derecho a decidir en Cataluña a través de un referéndum. Astuto, bailón, no tiene el más mínimo recato en sacar conejos de distinto color de su chistera en función del momento político. Consiguió que el PSOE introdujera en su reciente programa electoral la propuesta de la España multinacional, que había sido prudentemente olvidada por los redactores del mismo. Esta propuesta, tan coincidente con la de Iglesias, hermana al PSOE y a UP en ese intento que algunos columnistas voceros de Ferraz califican como futuro gobierno de centro-izquierda (ya me dirán cómo la unión del partido que Sánchez reclamaba como "la izquierda" con la "extrema izquierda" de UP pueda dar como resultado el centro-izquierda, el lenguaje corrompido con el que se nos maltrata). Pues bien, uno de los partidos que con más entusiasmo se sumó a la inmersión lingüística, especialmente en los tripartitos de Maragall y Montilla, además de propiciar la aprobación de un Estatut, en Cataluña y en el Congreso de los Diputados que fue declarado en parte inconstitucional por el Tribunal Constitucional, y que fue la simiente sobre la que se construyó todo el procés y la crisis política más importante de la democracia española, el PSC, aboga ahora por la flexibilización de la inmersión lingüística (¡mientan la bicha!) y el fomento de las dos lenguas oficiales, catalán y castellano. No solamente eso, además pretenden abordar el frente de los medios de comunicación públicos,TV3 y Catalunya Ràdio, a los que pretenden poner al servicio de todos los catalanes y no sólo de los independentistas, ya que se han convertido en parte de su programación en instrumentos de agitación y propaganda al servicio de una determinada idea política de Cataluña. Han proclamado su intención de situarse en el centro de tablero político y que "tanto Cataluña como España son plurales y diversas". Aclaran, porque toda propuesta del PSC está envuelta en términos anfibológicos, que lo que proponen es una aplicación más "flexible" del modelo de inmersión lingüística y no que se abandone, adaptando el modelo al entorno, persiguiendo un modelo plurilingüe. En unas zonas reforzar el catalán , en otras el castellano, en todas el inglés. La propuesta ha encendido el debate, incluso entre los más cercanos, como Espadaler; Martín Blanco (C's) considera que la ponencia es una tomadura de pelo.

La ponencia del PSC tiene unas derivadas interesantes. Tanto si no es más que una añagaza para hacerse con los votos perdidos por C's, como si realmente es fruto de una verdadera contrición por la política aplicada en su etapa de gobierno, más radical que la aplicada por CiU, es la primera vez que en el socialismo catalán se cuestiona, aunque sea de forma confusa, uno de los más importantes mantras nacionalistas: el éxito indiscutible de la inmersión lingüística como factor de cohesión social (sic). Desde los años 80, las posiciones políticas del PSIB-PSOE han sido a menudo seguidistas del PSC. Y no deja de ser interesante el cambio que en estos momentos se está produciendo. Mientras el PSC proclama su voluntad de situarse en el centro y de aceptar que Cataluña es plural y diversa y, por lo tanto reformular sus posiciones lingüísticas, aunque con extremada prudencia pues son muy sensibles a la acusación de "traidores" formulada por el independentismo, aquí, el PSIB liderado por Armengol, no solamente ha sido el heraldo rojo del pacto del PSOE con UP, de la formación de un gobierno alejado del centro político, sino que ha aplicado una política lingüística más radical todavía que la aplicada en Cataluña. Aquí se sigue discurseando sobre la inmersión como factor de cohesión social. En realidad se trata de una imposición desde el poder de las élites políticas, un consenso partidario, no social, que niega la realidad de unas Baleares que, como Cataluña, no son uniformes, sino plurales y diversas. Son la libertad y la igualdad y no la imposición de una identidad, las que posibilitan la cohesión de una sociedad como la nuestra. Pero el PSIB ha elegido la imposición porque ésta es coherente con su nacionalismo, y es la condición de Més que le asegura el poder. Ahora, ¡chistera!, al compás del PSC, presentan un anteproyecto de ley de educación que parece que rectifica algo. ¿Se atreverán con el veto de Més?¿Entonarán algún "mea culpa"? Veremos.

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