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Mar Ferragut

Consumismo y turismo sostenible, fritanga saludable

Recicle, use la bici, vigile el termostato de la calefacción. Mientras, los cruceros seguirán llegando en masa y las luces de Navidad se encenderán en noviembre para guiarnos hacia el consumo masivo

Nos dicen: Vaya en bicicleta. Y voy en bicicleta. Y mientras pedaleo por Palma, veo cómo llega al puerto el quinto crucero del día, con su orgullosa chimenea humeante. Bah, será un crucero sostenible. Vigile el termostato de su calefacción y aire acondicionado. Regulo el termostato. Salgo a la calle y veo las tiendas de las grandes marcas de ropa con las puertas abiertas de par en par a la calle y la calefacción o el aire a tope. No pasa nada, es un gasto sostenible de energía. Use el transporte público. Mientras espero los 30 minutos que la pantalla dice que tardará en llegar el bus porque en invierno han recortado las frecuencias, leo que planean ampliar el parking de la Plaza Mayor. Bueno, eso igual llevará más coches al centro de Palma, pero estoy segura de que solo serán vehículos sostenibles. Reduzca sus residuos. Y mientras bebo de mi botella de agua reutilizable veo el suelo de las calles cubierto de los botellines de plástico repartidos tras una maratón. Ni parpadeo ni me indigno: doy por hecho que son sostenibles.

Ya lo hemos pillado, ¿no? Puedes hacer lo que quieras mientras se apellide 'sostenible'. El Govern y Cort nos han iluminado. En el caso de Palma la iluminación es literal: que un ayuntamiento que emite un bando municipal instando a los ciudadanos a combatir la emergencia climática "con pequeños gestos" programe el encendido de las luces de Navidad en noviembre para que coincida con el Black Friday me hace entender la importancia de la "sostenibilidad", no como meta real a alcanzar sino como etiqueta que me permitirá hacer lo que quiera. Fantástico. Conozco a la precursora de esta estrategia: una amiga que se comió 6 dónuts de una sentada porque en la etiqueta ponía 'receta saludable'. Genia absoluta, avanzada a su tiempo, se puso hasta arriba de azúcar y colesterol sin remordimiento alguno. Sospecho que los términos saludable y sostenible son primos hermanos.

Sin embargo, el ayuntamiento palmesano es un mero aprendiz del Govern, que hace auténticas filigranas con el uso de la expresión 'turismo sostenible' y el impuesto bautizado con ese nombre ¿Metro al Parc Bit? Bueno, es transporte público, podría colar. ¿Vivienda pública? ¿El conservatorio de Ciutadella? Son proyectos necesarios, pero se pongan como se pongan no entran ni con calzador en los objetivos del impuesto tal y como nos lo vendieron. Según figura en la web de Transparencia el fondo es para "financiar proyectos para impulsar un turismo sostenible, responsable y de calidad en Balears". Ayer mismo el PI registró una proposición no de ley para garantizar que parte de la mal llamada ecotasa (inserte emoji carcajeándose aquí) se destine a la protección medioambiental; a proyectos municipales (¿han constituido ya los ayuntamientos la plataforma de afectados por el brazo succionador de fondos del Consolat de Mar?) y a proyectos en zonas turísticas, para compensar el peso de esta actividad. La proposición no ha prosperado. A favor estaban el PI, PP, Ciudadanos. En contra, PSIB, Podem y Més per Mallorca. Se abstuvo Més per Menorca. Así las cosas, pues que al menos le quiten el nombre al impuesto, su supuesto carácter finalista y la comisión.

Si no habláramos de tantísimo dinero y si la emergencia climática fuera una nubecilla inofensiva en una cálida mañana de primavera, sería hasta divertido observar el show de la sostenibilidad y las bonitas contradicciones y encajes de bolillos que perpetran nuestros gobernantes en su nombre.

Les dejo, que me voy a ver luces y a prepararme para comprar todo lo que pueda. Que no se preocupen las autoridades que yo contribuiré con mis "pequeños gestos" e iré en bicicleta al centro y llevaré mi bolsa de tela. Después creo que cenaré unos huevos fritos saludables con chistorra saludable y unas patatas fritas saludables.

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