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Antonio Papell

¿Cambio de rumbo de Ciudadanos?

La noticia ha sido tan agradable como sorprendente: ha prosperado una reprobación planteada por el PSOE al concejal de VOX Javier Ortega Smith en el Ayuntamiento de Madrid con la que se condena su actitud ante una víctima de la violencia de género, Nadia Otmandi, quien afeó al político ultraderechista su actitud despectiva hacia la violencia de género. La vicealcaldesa y portavoz de Ciudadanos en la Asamblea madrileña, Begoña Villacís, negó que el espontáneo alegato de la víctima, que iba en silla de ruedas, fuese un montaje organizado para desacreditar a VOX y le reprochó su arenga energuménica contra las mujeres que han sido agredidas y en muchos casos asesinadas por el hecho de serlo. "Me parece mentira que tenga que explicarle que usted tiene menos posibilidades de ser violado que yo", espetó la vicealcaldesa a su antagonista, quien lógicamente quedó sin argumentos. Lamentablemente, el alcalde, José Luis Martínez Almeida, cuyo sillón depende de la aquiescencia de Ciudadanos pero también de Vox, trató de quitar hierro al asunto, en una nueva claudicación del PP ante la caverna.

El incidente no parce casual, toda vez que sucede cuando Ciudadanos, que ha caído de 57 diputados a 10 en las últimas elecciones a causa de la radicalmente disparatada estrategia de Albert Rivera, tiene ahora que recomponer la figura si, a partir de la exigua representación que conserva, quiere evitar su práctica desaparición. En el momento, actual, muchos ciudadanos de este país estamos sencillamente indignados con Rivera, quien se ha retirado de la política después de habernos obsequiado con la sinrazón envenenada de un boqueo que nos ha situado al borde del abismo. Un partido como Ciudadanos, que había sido masivamente apoyado para que ocupara el centro político y desempeñara en el Parlamento del Estado una labor de eficiente y útil bisagra, más racional y sólida que la que había ejercido el nacionalismo catalán en el pasado, traicionó la confianza recibida, y su súbita obsesión por liderar la derecha estatal -un designio nuevo, que no había figurado en sus programas electorales que debían haber sido un contrato moral con sus seguidores- forzó unas segunda elecciones en que la irritación popular se manifestó precisamente a través de un inquietante trasvase desde Ciudadanos a Vox.

La historia juzgará sin duda muy críticamente la frivolidad desatentada de Rivera, quien se merece un recuerdo implacable y duro, pero ahora Ciudadanos, que al parecer designará a Arrimadas como lideresa, ha de tomar sus propias decisiones. Y en política las casualidades no existen, por lo que el gesto de Villacís no es una azarosa coincidencia. Entre otras razones, porque Villacís podría ser en este momento alcaldesa de Madrid si el iluminado Rivera hubiese atendido los razonables requerimientos socialistas de formar una alianza PSOE-C's que gobernara la Comunidad de Madrid a través de Ángel Gabilondo y el Ayuntamiento mediante la elección de Villacís. Rivera no consintió la fórmula en su afán enfermizo e imposible de sustituir algún día a Casado, y, paradójicamente, prefirió reforzar al PP en Madrid -donde el PP cometió sus mayores corruptelas- a repartirse él mismo las instituciones madrileñas con el PSOE€ Es decir, con la organización con la que en 2016 había confeccionado un gran pacto de gobierno que le reservaba a él la vicepresidencia, y que no salió adelante por la negativa de Podemos a consentirlo.

El gesto de Villacís introduce también, qué duda cabe, elementos nuevos en el proceso de investidura de Sánchez. Si Ciudadanos decidiera abstenerse, la coalición PSOE-UP, con 155 escaños, tan sólo necesitaría 16 para alcanzar los 171 que le asegurarían la investidura. Y si se adhiriera a la investidura con el voto favorable, hasta sumar los 165 escaños los partidarios del nuevo gobierno, bastarían 11 para cumplir el objetivo, sin que fuese precisa la abstención de ERC.

No tiene sentido hacer castillos en el aire porque los indicios de que se dispone son los que son. Pero Ciudadanos ha de ser consciente de que, en sus actuales condiciones, su destino más probable es la pura y simple extinción, a menos que tenga éxito en la recuperación de su proyecto originario.

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