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Las dos parejas y la Ley de Newton

Noviembre ha sido el mes de dos parejas discretas. Para empezar, Rafa Nadal se ha casado con su novia de toda la vida. A la vista de cómo han gestionado su relación hasta ahora, todo indica que serán una pareja duradera porque comparten unos mismos objetivos y visión de la vida. La otra pareja discreta que se ha colocado en el foco mediático es la de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias fundidos en un abrazo cuando el mundo los creía irreconciliables. Por desgracia, más que a una pareja feliz, recuerdan a esas otras que se ven en los restaurantes concentradas cada uno en su móvil para evitar hablar entre ellos. Esas parejas que solo permanecen unidas porque tienen enemigos comunes, que se pelean con los vecinos o con los hermanos, pero que todo el mundo sabe que van a durar poco una vez se reparta la herencia o el vecino se mude. Esas parejas que nadie quiere invitar a su casa porque sabes que te la van a liar, que terminaran perdiendo los modales en alguna discusión y que, discusión a discusión, se dirigen al desastre porque su unión es circunstancial.

Que Pedro tenga que pactar con Pablo o que el otro Pablo tenga que pactar con Santiago Abascal, acción y reacción, parece que satisface a algunos que creen que por fin podrán luchar sin complejos por ansiados objetivos que la moderación del partido ha impedido abordar. Lo cierto es que esa moderación es la que impone el respeto al que no opina igual y vota muy diferente. Por eso, estos pactos generan una polarización indeseable de las políticas que el ciudadano no ha votado ya que las fuerzas políticas de los extremos, ajenas a la centralidad y amantes de exasperar al que piensa diferente imponen iniciativas extremas que solo han votado sus minorías. En Palma tenemos un buen ejemplo. Nada más conocerse los resultados de las elecciones locales, nuestra concejal de feminismo se postulaba en su twitter con una actitud claramente vindicativa como la mujer que podía convertirse en jefe del colectivo de policías que, según ella misma, la habían perseguido. Por suerte, el alcalde Hila, siempre hábil, le cambió la concejalía de Seguridad que ambicionaba por la de Feminismo.

El camino de los pactos indeseables en Balears ya lo tenemos recorrido por el flanco derecho y sabemos dónde ha terminado la cúpula de UM. Por la izquierda nuestra Armengol ha reeditado sin mayor preocupación el pacto de progreso con sus socios soberanistas y, que casualidad, Vox ha obtenido en Balears dos puntos por encima de los resultados que ha cosechado a nivel nacional. Acción y reacción.

Nuestra presidente debe estar feliz viendo su modelo imitado en Andalucía. También es posible que Alicia haya crecido y viendo el modelo reflejado en el espejo ya no le parezca el País de la Maravillas. Dirán que Vox es mucho peor que un director de política lingüística como el nuestro, capaz de comparar a Ciudadanos con una organización terrorista. Y quizá sea cierto, pero se echa de menos un poco de moderación y un intento de no exasperar al oponente y sus votantes. Pero Armengol no tiene la habilidad de Hila€

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