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Antonio Papell

Derrota frente al machismo (y otros consensos en peligro)

El pasado lunes, día internacional contra la violencia de género, las instituciones territoriales en que gobierna el tripartito conservador en que participa VOX no emitieron la proverbial declaración institucional de apoyo a las víctimas y de estímulo a las sociedades que las acogen para endurecer la lucha contra esta lacra, acentuar el reproche social a los agresores y reforzar los criterios de igualdad entre hombres. En Madrid, hubo embarazosos incidentes que dejaron a PP y C's, socios de VOX, en evidencia. Vox se niega a reconocer la especificidad de la violencia de género y, al tratar de incluirla en el vaporoso concepto de 'violencia intrafamiliar', pretende separarla del desorden originario del que tal violencia proviene, que es la existencia de una sociedad machista y patriarcal, en que el varón ha ejercido tradicionalmente una dominación absoluta sobre la unidad familiar, de tal modo que la violencia ejercida sobre la madre de familia no sería más que un episodio en la aplicación de un criterio indiscutible, el de la superioridad del cabeza de familia sobre una comunidad familiar a su servicio. Naturalmente, las organizaciones feministas, que postulan el fin de tal dominación, son enemigas del supuestamente sagrado orden del que la violencia sobre la mujer sería una mera consecuencia.

La idea de que estamos en presencia de un tabú religioso, de un planteamiento trascedente, no es metafórica ni exótica: las religiones del Libro consolidan intelectual y formalmente el machismo. Las Iglesias cristianas, sin ir más lejos, recurren en el Génesis (versículo 2,22) a una imagen bien expresiva para explicar el surgimiento del sexo femenino: "El Señor tomó una costilla y rellenó el hueco con carne, plasmó a la mujer y la presentó al hombre". Es el varón el protagonista de la Creación y la mujer tiene un mero carácter subsidiario, apendicular, derivado. Por supuesto, varias iglesias cristianas, y la católica en especial, relegan a la mujer en su organización interna. Y en el matrimonio, la mujer ocuparía un papel explícitamente subordinado.

Pues bien: España promulgó en diciembre de 2004 la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral de las Víctimas de Violencia de Género, con amplísimo consenso protagonizado por PP, PSOE y la mayoría de los grupos menores del Parlamento español, que se ha ido perfeccionando y aplicando desde entonces con un éxito limitado -sigue habiendo demasiadas víctimas- y que ha servido para crear un clima de opinión adecuado y para avanzar pedagógicamente en el desarrollo de la igualdad. Pero ahora, este consenso se ha roto al ingresar VOX en el bloque conservador, sin la menor resistencia de sus socios de alianza/coalición. En Andalucía, Vox ha mostrado ya sus inclinaciones, y ahora las va exponiendo en el resto de entidades locales en las que tiene influencia: descalificación del feminismo y fin de las ayudas a las organizaciones de ese signo, indiferenciación de los delitos de género, proselitismo de la "familia tradicional"? en un camino que avanza claramente también hacia la homofobia y la negación de los derechos derivados de la pluralidad de identidad sexuales.

La maquinaria que aquí se ha construido en estos quince años de lucha formal y específica contra la violencia machista y contra cualquier discriminación por razones de identidad sexual está bien engrasada y la sociedad no consentirá una vuelta atrás. Pero es sumamente peligroso que una fuerza constitucionalista como el PP -lo que haga Ciudadanos, después de tanto vaivén, es irrelevante-, que sigue considerándose una opción alternativa de gobierno, claudique ante las exigencias de un socio que hoy es menor pero que en países tan cercanos como Francia ha conseguido ya la hegemonía en su hemisferio.

Nuestra democracia se ha basado en la existencia de una serie de consensos básicos, en su mayor parte tácitos, que han hecho posible que las alternancias no hayan supuesto vaivenes en el desarrollo político y social de este país. Ahora, las concesiones a la involución por parte del PP siembran un riesgo que habría que atajar antes de que arraiguen las tesis reaccionarias. Sería bueno que el PP aclarara sus posiciones en estos asuntos, que son vitales para la supervivencia del régimen.

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