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Viejos y ricos

Tengo argumento para un libro cuya trama estaría a medio camino entre el ridículo y el patetismo. Lean y verán. Todo comenzó cuando ella puso freno a su DNI, mintió y despreció a quienes le ayudaron, se inventó una enfermedad y un día se dedicó a vender su cuerpo y coquetear con hombres adinerados a los que hacía más agradables los viajes de empresa, no era mala compañía mientras una mujer, la de una de sus amantes, tenía todo más controlado de lo que ni ella ni él pensaban. Ni tenía trabajo. Un día pasó la jornada en un hotel andorrano aguardando la visita de otro amigo especial. La espera se hizo eterna de manera que tuvo tiempo para pensar y decidir chequear su cuerpo; ver las zonas a las que le vendría bien una mano de chapa y pintura. Maquinó la manera de que su amante intermitente corriera con los gastos y se trabajó la mejora física, 35.000 euros del ala, calderilla para el tío. En su círculo cercano sabían que ese señor era el candidato para costearle su regalo soñado. Brazos, papada y muslos nuevos. Corregir los colgajos de antebrazos y papadas, poca cosa porque a la larga le dio utilidad a su melena pues con ella disimulaba la papada. Cuando te trabajas mejor lo exterior que lo interior, la cabecita, se corre un riesgo y es dar un mal paso que lo desmorona todo. Quien crea que la belleza y que la juventud es eterna, debe estar pidiendo atraque para el psiquiatra. Obsesionada.

Hoy sabemos que un móvil tiene más peligro que una piraña en un bidé. Unas fotos captadas con una intención inequívoca llegaron a la mujer de su amante. Abrazaditos, la pareja salía del hotel. Entre sus clientes cundió el pánico y cerraron puertas.

Estrenar culo está pendiente. ¿Dije que casi todos sus amantes tienen más de 75 años y solvencia económica?.

Viejos y ricos.

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