Diario de Mallorca

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De los milagros narrados en el Nuevo Testamento, ninguno mejor que el de la conversión de Saulo de Tarso al caerse del caballo cuando iba camino de Damasco con la misión de perseguir cristianos. Ahí es nada pasar de opresor a santo „san Pablo„ a causa de un accidente de carretera.

Incluso menos tiempo ha llevado otra conversión, política esta vez pero también con caída por medio, derivada de las elecciones del pasado domingo. Y no me refiero a la de Albert Rivera, que estaba cantada „lo milagroso sería que Ciudadanos hubiese perdido menos escaños„ sino la del abrazo entre Sánchez e Iglesias, Iglesias y Sánchez, para sellar un acuerdo de Gobierno que no necesitó ni de un solo día de reflexión. Ahí es nada, pasar de los seis meses inútiles de la pasada y fallida legislatura en los que fue imposible llegar a pacto alguno, obligándonos a la postre a todos a volver a las urnas, al resplandor instantáneo que lleva a fundirse en palmeos de espalda a quienes antes decían no poder dormir pensando en el otro.

Lo más curioso del neopacto que conducirá a Iglesias a la vicepresidencia del Gobierno es que se ha cocido tras perder ambas formaciones, PSOE y Unidas Podemos, un número considerable de diputados. Si antes la suma de sus escaños no lograba mayoría suficiente, menos aún puede alcanzarla ahora. Se trata, pues, de los efectos terapéuticos de la caída colectiva. O quizá de lo difícil que es entender dónde habrán ido los asientos perdidos por los socialistas; a Ciudadanos, no, claro está, porque Rivera no ha hecho sino restar aún más fuerzas. A Podemos tampoco, que sigue a Ciudadanos en el alcance de la caída. ¿Al Partido Popular? ¿A Vox? ¿A la abstención, sin más, y luego los resultados son cosa de la aplicación del reglamento electoral? Prefiero pensar que los milagros no necesitan de tales cálculos. Verdad es que no caen bien a todo el mundo, porque el de la empresa anda afligido ante el abrazo de anteayer y el Ibex se desplomó de inmediato. Será que son gentes de poca fe porque, como es natural, en adelante todo van a ser parabienes y esperanzas. Comenzando por las que se derivarán de los apoyos que va a necesitar Sánchez, incluso de la mano de Iglesias, para lograr la investidura. Entre lo poco que se ha filtrado de su pacto está el compromiso de diálogo con el soberanismo catalán pero dentro de los límites de la Constitución, es decir, justo lo que los independentistas no quieren. Cabe esperar, pues, nuevos milagros que serán, casi con toda seguridad, semánticos más allá de la certeza de que el PNV sacará tajada de la situación (siempre la saca). Aprenderemos en breve, pues, que la Carta Magna admite lecturas diversas según quien sea el relator. Para ello Sánchez se verá obligado a cogerle el teléfono a Torra aunque quizá delegue en Iglesias esa vía para los milagros semánticos. ¿Y el Ibex? En espera, imagino, del milagro de los panes y los peces.

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