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JOrge Dezcallar

La hora del planeta Tierra

En mi colegio nos explicaban la Historia en función de las personalidades que habían dejado en ella una huella indeleble. Entonces había héroes como Alejandro Magno, don Pelayo, Guzmán el Bueno, El Cid, el Gran Capitán, Hernán Cortés, Pizarro, Ignacio de Loyola, Napoleón, Bolívar. Y también había malvados y traidores como Nerón, el conde don Julián, Bertrand Dugesclin, Mahoma, Lutero, " Pepe Botella"... Era una Historia maniquea de buenos y malos heredera de una concepción romántica que tuvo su máximo representante en el historiador escocés Thomas Carlyle. De alguna manera Hegel con su superhombre y Schmitt con su teoría del caudillaje influyeron en el mesianismo del propio Hitler. También Franco se consideraba providencial y "caudillo de España por la gracia De Dios".

Los historiadores actuales no creen que la Historia sea el producto de unos cuantos "grandes hombres" que la manejan a su antojo, sino más bien el resultado de corrientes sociales y económicas fuertes y profundas y que las personalidades que surgen son producto de ese determinismo histórico y no su causa. O sea, que cada época crea sus personajes y así Hitler fue el producto de las humillaciones que el Tratado de Versalles impuso a Alemania en 1919, de la inflación galopante de la República de Weimar y de la posterior crisis económica de 1929 que arruinaron a la clase media y la volcaron hacia el fascismo. E igual habría sucedido con Franco tras la inseguridad de los años de la República y los temores de las clases acomodadas conservadoras. Es decir, ni Hitler ni Franco son causa de lo que hicieron, aunque lo agravaran, sino consecuencia de un sustrato socio-político-económico preexistente que los manejó a ellos. Igual que Donald Trump, Jair Bolsonaro y Boris Johnson, o el mismo Quim Torra, llegados al poder en la cresta de la ola populista o nacionalista impulsada por las desigualdades creadas por la hiperglobalización (como ahora la llama Paul Krugman) que ha sumido en el miedo y la incertidumbre a una clase media que ve derrumbarse a su alrededor lo que antes era un mundo de certezas.

Siguiendo este razonamiento, la Historia de la Humanidad se explica en función del interés predominante en cada momento. Así, el descubrimiento de la agricultura y la consiguiente sedentarización y construcción de ciudades hace diez mil años exigieron la invención de religiones e imperios que resignaran a la creciente población a su triste suerte de siervos de la gleba y carne de cañón (antes incluso de que se inventara), y los profetas y primeros jefes militares fueron el resultado de esta necesidad. Igual que 500 años antes de Cristo surgieron al mismo tiempo Buda, Confucio y Platón porque en aquel momento la Humanidad necesitaba respuestas sobre sí misma y estos personajes le explicaron que la felicidad está en la ausencia de deseo (Buda), que el respeto a la autoridad y la meritocracia son la base de la organización social (Confucio), y que el progreso se basa en la duda y exige diferenciar entre razón y percepción (Platón). Igualmente, los grandes descubridores como Colón, Magallanes y Vasco de Gama son producto de la curiosidad intelectual despertada por el Renacimiento que fomentó expediciones audaces a mares ignotos en busca de gloria y riqueza. Y si los protagonistas fueron casi exclusivamente castellanos y portugueses es porque se limitaron a continuar las tareas de conquista en las que llevaban 800 años y poseían el entrenamiento y la tecnología necesarios. No solo demostraron que el mundo era redondo sino que abrieron paso a las posteriores expediciones científicas de Jorge Juan, Darwin, Ulloa, Bouganville, Humbolt, Linneo, Cook y otros que respondían a la curiosidad por la Naturaleza que trajo la Ilustración, y que prepararon el terreno a expediciones posteriores de otro cariz ( Livingstone, Stanley, Mungo Park, Burton, Speke...) que buscaban hacerse con los minerales o con los súbditos que exigía el nuevo imperialismo impulsado por la revolución industrial.

De manera que si cada época produce el tipo de personalidades que necesita, creo que la actual nos demanda gentes que nos ayuden tanto a desbordar los límites estrechos del planeta Tierra como a cuidarlo mejor. Los primeros nos llevarán a la conquista del Cosmos por la senda abierta por Isaac Newton, Albert Einstein o Stephen Hawking, mientras que los segundos lucharán contra el cambio climático y la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero que la calientan, derriten los casquetes polares y acidifican y hacen subir el nivel de las aguas marinas. Porque el gran reto del momento presente es tanto preservar nuestro mundo, que muestra preocupantes signos de irritación (incendios, inundaciones, huracanes...devastadores), como empezar a buscarle alternativas para el caso de que no seamos capaces de hacerlo. Hay quién dice que esa es la razón por la que nunca hemos logrado establecer contacto con los extraterrestres que sin duda deben existir en algún lugar del vasto universo que nos rodea. Y la razón no estaría solo en las distancias siderales que nos separan, sino en que toda civilización alcanza un grado de desarrollo que le lleva ineluctablemente a autodestruirse tras arruinar el nicho ecológico que la sustenta. Algo parecido a lo que les ocurrió a los mayas.

Es la hora de luchar por nuestro planeta y sin duda esta necesidad producirá los hombres y mujeres extraordinarios que la tarea demanda, pues es la propia supervivencia de la Humanidad la que está en juego. Y como la caridad comienza por uno mismo, hay que empezar por arreglar lo más próximo a nosotros que es España. Por eso hay que ir hoy a votar. Por eso y para poder protestar luego.

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