España vuelve a celebrar hoy elecciones a Cortes Generales, las decimocuartas desde 1979. La cita debería enmarcarse en la normalidad del sistema político democrático; sin embargo, se trata de una situación excepcional, dado que los ciudadanos ya fueron llamados a elegir a sus representantes en el Congreso y el Senado hace algo más de seis meses. Y aún hay más: es la segunda vez en poco tiempo que se repite esta circunstancia, son las cuartas elecciones en cuatro años -el periodo ordinario de una legislatura- y evidencian una situación de bloqueo político desesperante y preocupante.

Las consecuencias de esta parálisis son de gran calado y tienen repercusiones a todos los niveles. El Govern balear ha empezado esta semana la tramitación de unos presupuestos que incluyen unos recortes motivados principalmente por la parálisis estatal, los ayuntamientos reclaman la eliminación del techo de gasto de la ley Montoro, sin que nadie les atienda, y proyectos como la nueva depuradora de Palma o el régimen fiscal para Balears duermen en un cajón de Madrid porque son imposibles de tramitar en estas circunstancias anómalas.

A las consecuencias sociales y económicas del bloqueo hay que añadir además el descrédito de la clase política, y especialmente de los líderes de los principales partidos, por su incapacidad para alcanzar un acuerdo de gobernabilidad que responda al interés general del país y acabe con tantos meses de parálisis. No han sabido gestionar el final del bipartidismo y la irrupción de nuevos partidos políticos, como Unidas Podemos o Ciudadanos, una incapacidad que no se ha dado en otros niveles políticos, como comunidades autónomas y ayuntamientos. Balears, en este sentido, es un buen ejemplo de cómo la suma de fuerzas políticas es posible y genera estabilidad. Francina Armengol lidera ahora la cuarta experiencia de pacto en el Govern, donde el PSIB ha logrado acuerdos con la extinta Unió Mallorquina, Més y también con Unidas Podemos.

Armengol y sus compañeros del PSOE de Balears no han ocultado estos meses su descontento con la deriva estatal. La presidenta trasladó en varias ocasiones a Pedro Sánchez los riesgos de exponerse a unas nuevas elecciones y la necesidad de sumar a la formación de Pablo Iglesias y los partidos nacionalistas a un acuerdo de gobierno. Sánchez sin embargo parece haber elegido otros socios preferentes. Su apuesta, explicada a lo largo de la campaña, pasa por formar un gobierno en solitario, a partir de la abstención de otros partidos, incluyendo Ciudadanos o el Partido Popular.

Con muchas incógnitas aún sobre los efectos de esta repetición electoral, 807.165 ciudadanos de Balears están llamados hoy a las urnas para elegir a 8 diputados y 5 senadores. El pasado 29 de abril, el PSOE fue el partido más votado en las islas con tres diputados, dos para Unidas Podemos y uno para el PP, Ciudadanos y Vox, respectivamente. En el Senado, los socialistas sumaron cuatro senadores y el PP solo uno por Mallorca. En estas elecciones vuelve a estar en juego la gestión de nuestros intereses colectivos y por eso hay que apelar una vez más a la participación, a expresar nuestra voluntad a través del voto. Por decepcionados o desencantados que estemos, la abstención no es la respuesta, no debemos desentendernos y dejar nuestro futuro en manos de otros. Cuanto más se llenen las urnas, más clara se mostrará la voluntad popular y más legitimidad tendrán nuestros representantes.

Esta noche se conocerán los resultados de los comicios y se resolverán las dudas. A partir de mañana habrá que exigir a los nuevos parlamentarios que cumplan con su responsabilidad de sacar adelante la legislatura, haciendo posible la formación de un Gobierno que permita a España afrontar las turbulencias económicas que se avecinan y los grandes retos de política nacional e internacional que el país tiene pendientes.

No hay duda que los resultados tendrán consecuencias además en la política balear, ya que servirán también como un indicador del grado de satisfacción de los ciudadanos con la gestión del Pacto o la labor de oposición de Partido Popular, Ciudadanos, Vox y El Pi. El color político del nuevo Gobierno central marcará también la legislatura autonómica, ya que los proyectos pendientes de Madrid son muchos y de gran relevancia.