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Javier Cuervo

Artículos de broma

Javier Cuervo

Vicisitudes de una palabra

Un genio del marketing en el conglomerado editorial de Rupert Murdoch puede presumir de haber evitado a los lectores del mundo la palabra “Vicisitudes” en un título.

-¡‘Vicissitudes’!. ¿Qué palabra es esa? ¿Es inglesa?”.

Esta eminencia de la mercadotecnia sabe que el mercado traga todo, pero se atraganta con palabras como “vicisitudes” en la portada de un libro y que, si la cambias por “riesgos” -más actual, más comercial, más liberal-, evitas el miedo de los lectores a lo desconocido o su rechazo a lo difícil de repetir.

-¿Tienen esa novela de “visitizudes” o “vicitisudes”?

El archipámpano del comercio le explicó a Joyce Carol Oates, autora de novelas, cuentos, obras de teatro, críticas desde los sesenta, que dónde iba con “vicisitudes” escrito en letras gordas. JCO ganó premios importantes, el más conocido el Nobel que no tiene y al que es candidata.

Una palabra es una palabra, pero sabemos esta anécdota porque la propia JCO cuenta que “vicisitudes” fue el arranque y el motor que llevó la escritura a lo largo de 330 páginas de la novela ahora titulada Hazards of time travel (Riesgos de los viajes en el tiempo).

Esto pasa con la literatura porque no es como los cereales o la televisión, sectores que tienen claro cómo es el mundo y sus habitantes. Necesitamos saber el nombre de esa inteligencia que estuvo ahí y dio un paso al frente para salvarnos de “vicisitudes”. Estos genios y genias que saben nombrar “crooky-crookys” a unos cereales del desayuno para que resulten divertidos a los niños tienen mucho que aportar a la literatura para que las novelas no se avinagren en el título por esa ignorancia de los escritores a cerca de su propia obra, de sus lectores y del vocabulario inconveniente.

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