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Juan José Millas

Tierra de nadie

Juan José Millás

Ya basta

Los juicios no se ganan o se pierden con pruebas, se ganan o se pierden con una buena historia”. Tal es lo que afirma uno de los abogados de O. J. Simpson en la serie sobre el famoso deportista emitida por Netflix. La frase puede aplicarse a muchos otros aspectos de la vida. De esto es de lo que hablan precisamente los políticos cuando se refieren a la importancia del relato. Nada hay capaz de superar una buena historia. Si la precampaña y la campaña electoral han resultado tediosas, se debe a la falta de talento narrativo de sus protagonistas. Cuéntennos un cuento, por favor, pero no confundan cuento con mentira, que son cosas distintas. Dejen de contratar a guionistas de programas de entretenimiento, que al final solo son capaces de escribirles dos chistes o cuatro juegos de palabras, y llamen a un escritor para que les construya una novela. Resulta indignante que disponiendo de tantas horas gratuitas de televisión no sean ustedes capaces de articular un relato mínimamente entretenido y coherente. Están desperdiciando un tiempo y unos medios que valen oro.

Un cuento, cuéntennos un cuento porque nos encontramos completamente “descontados” como colectividad. Todas las personas tienen una novela sobre su propia vida. A mí me la ha narrado más de uno en los aviones y yo le he narrado la mía a más de dos y de tres pasajeros que viajaban a mi lado. Cuanto más la cuento, más la perfecciono, como es lógico. La fortaleza familiar reposa en parte en el relato que el grupo haya hecho de sí mismo y que solemos trasmitir a los novios de nuestras hijas o a las novias de nuestros hijos en las cenas navideñas, mientras repasamos las hojas del álbum familiar. Solo las familias disfuncionales carecen de biografía.

No hay colectividad verdaderamente articulada que carezca de una leyenda más o menos mítica que pasar a sus descendientes. No nos mientan, en fin, tampoco nos den una lección de Historia. Cuéntenos un cuento sobre nosotros mismos, un cuento que nos ayude a votar, que nos demuestre que formamos parte de un argumento de carácter social que nos afecta como contribuyentes y usuarios del Estado. Y dejen de discutir. Ya basta.

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