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Mar Ferragut

De lo que nadie habla

Ayer murió Margarita Salas y los candidatos a la presidencia hicieron un tuit para mostrar su pesar, pero ahí queda su preocupación por la ciencia y la innovación, que aún no han sido invocadas esta campaña

De lo que nadie habla. Suena a título de película de miedo. De lo que nadie habla en este campaña electoral es de Cataluña. No hay manera. Los candidatos están todo el día hablando de educación, ciencia e innovación ya que son conscientes de que son las bases para llevar a un país a un futuro digno. El otro día en el debate electoral ya les escucharon, todo el rato con el I+D+i en la boca. Fue tremendo cuando Rivera se sacó una probeta del bolsillo.

De acuerdo, Cataluña es el principal problema político del país, es una herida abierta que duele a todos (de diferente manera, por diferentes motivos) que los partidos no pueden obviar. Pero cuando no es la crisis catalana es la económica o cualquier otra urgencia: y nunca llega el momento de ponerse serio con la educación, la innovación y la investigación. La educación tuvo su protagonismo cuando el ministro Gabilondo estuvo a punto de cerrar un pacto, pero el PP hormigonó cualquier posible consenso tirando de mayoría absoluta para aprobar una LOMCE que nunca llegó a desarrollarse del todo y sobre la que hoy siguen cabalgando los centros, ¿hasta cuándo?

En el debate del lunes, en el que los candidatos de la nueva política se veían más viejos que los cromos de la selección de España 82, Casado logró soltar una ristra con sus propuestas educativas; Rivera y Abascal criticaron la transferencia de competencias y el protagonismo de las lenguas cooficiales; Iglesias anunció educación infantil gratuita mientras que Sánchez exhumó al Wert que quería “españolizar a los niños catalanes” al proponer una asignatura de constitucionalismo. La educación todavía arañó unos minutos, pero la ciencia y la innovación siguen esperando en el camerino a que alguien las invoque. Los programas electorales sí incluyen algunos puntos sobre I+D+i, pero son tan ambiciosos como inalcanzables, según advierten desde la Fundación COTEC y la Confederación de Sociedades Científicas de España.

No preocuparse. Estas ausencias en el debate debieron ser un despiste porque la ciencia interesa muchísmo a nuestros candidatos. Lo sé porque ayer murió Margarita Salas y todos se apresuraron a hacer su tuit de pesar ante la pérdida de semejante eminencia (menos Abascal: tampoco le esperábamos). Salas, referente en el campo de la biología molecular, fue uno de esos cerebros fugados a EEUU debido al “páramo científico” que era España. Luego pudo volver porque se trajo financiación de allí. Siguió con la bata puesta hasta el final y hace apenas unos meses señalaba en los medios que el nivel de investigación en España es “razonablemente bueno” teniendo en cuenta las vergonzantes cifras de inversión: un 1,2% del PIB frente al 2,08% de la UE.

España viaja en el tren de cola, Balears corre con la lengua fuera por las vías: aunque es de las regiones donde más ha crecido la inversión en los últimos años, el porcentaje del PIB balear destinado a I+D+i sigue siendo un paupérrimo 0,38%. En la anterior legislatura se vio un interés que parecía genuino cuando se vinculó la innovación con el modelo económico en la conselleria de Biel Barceló; hoy ha vuelto al paraguas de la conselleria de Educación, donde comparte secretaría autonómica con la universidad y la política lingüística.

Si la educación, la ciencia y la innovación no son las prioridades de un país, me pregunto qué lo son. Prioridades reales, no solo de papel electoral. Lo contrario a innovar es estancarse (como se estanca el presupuesto educativo en Balears para 2020). Es decirle al futuro: ‘No, yo me quedo aquí’. El sector científico y tecnológico español patalea para no ahogarse ante la falta de recursos y no quedar sepultado por la burocracia. Y luchará hasta que no pueda más. Y ese día nuestros líderes políticos harán un bonito tuit para mostrar su pesar.

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