Diario de Mallorca

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Burlar las leyes se ha convertido en este país en el deporte de moda, ayudado por lo pánfila que anda la liga del fútbol. De hecho, y habida cuenta de las reacciones que se han producido tras la sentencia del Tribunal Supremo en el juicio por los actos „o las intenciones, que no me queda del todo claro„ independentistas, se diría que burlar las leyes es para figuras políticas de tanta altura como el presidente Torra un derecho fundamental que hay que defender incluso quemando las calles de Barcelona. Tan fundamental que poco falta para exigir que sea obligatorio, como lo es el ir a votar en algunos países de moda para el turismo de autoexilio.

Pero, claro, hay tantas leyes que ponerse a burlar todas es una tarea hercúlea, casi inabarcable salvo que uno tenga el sueldo de parlamentario garantizado por esas mismas leyes que hay que saltarse (sólo las demás, claro). Así que son de agradecer iniciativas como la del Periòdic d'Andorra publicando estos días encuestas prohibidas desde 2011 por la ley electoral; una treta ilegal pero sin duda menor que la de proclamar repúblicas independientes. Incluso se podría sostener que, como Andorra no tiene por qué respetar las leyes españolas, el periódico no burla ninguna. Pero al menos mala conciencia debe tener dado que, en ocasiones anteriores, en vez de referirse a los resultados de tendencia de voto de los partidos recurría a la metáfora del precio de la fruta o del agua dando equivalencias fáciles de entender: agua (azul) para el PP, fresa (roja) para el PSOE y así.

En esta ocasión el periódico andorrano ha optado por no disfrazar los resultados de los sondeos y los irá dando con nombre y, en ocasión, apellidos; tal vez porque en la lista de los partidos con posibilidades de sacar mejores resultados aparece por primera vez Vox y no quedaba claro qué fruta, hortaliza o elemento asignarle.

El caso de Vox es en verdad sorprendente. Dado por ganador del último debate electoral de acuerdo con una encuesta legal, la de los lectores de los principales diarios, puede llegar a alcanzar más de cincuenta escaños. Como la mayoría los columnistas y casi la totalidad de los adversarios de Vox sostienen que se trata de un partido franquista, habría que concluir que en España queda un porcentaje de seguidores del generalísimo Franco impresionante. Algo en verdad extraño si tenemos en cuenta que la mayor parte de los españoles de hoy nacieron tras la muerte del dictador y éste significa, para ellos, algo parecido a Carlos V o Felipe II, figuras de muy escaso peso para los problemas actuales. A lo mejor sucede que, franquista o no, Vox lanza propuestas de cambio que llaman la atención de los votantes hartos de que los demás no sepan cambiar nada. Así que, al margen de añadir los adjetivos de xenofobia, etc., que se quiera, el que haya tanta gente de acuerdo con lo que dice Vox debería preocuparnos mucho más que el propio Franco.

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