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El populismo de whastapp

Decir que la evolución de las telecomunicaciones ha cambiado el mundo en todos los ámbitos es una obviedad innegable. Que ha cambiado la forma de relacionarnos y que estos cambios no siempre son positivos, también. Hasta la aparición de las redes sociales, para montar una comida de amigos se recurría al elemento más voluntarioso del grupo. Este se encargaba de buscar un restaurante, negociar el menú y fijar la hora. A partir de ahí, los convidados declinaban o confirmaban presencia en base a sus propias agendas. Sin embargo, la llegada de los grupos de whastapp ha democratizado la operación y la ha complicado hasta el extremo. Ahora, el voluntarioso hace la gestión con el restaurante y la cuelga en el grupo. Pero ya no se estila declinar o confirmar. En lugar de eso, siempre aparece la que sugiere cambiar la comida por una cena. Si se acepta, se abre la veda y alguien propone el cambio de día. Entonces se inicia un intercambio de mensajes con distintas propuestas que solo finalizan por agotamiento. Se acuerda, por fin, fecha y hora por sucesivas y agotadoras votaciones excluyentes. Y entonces aparece él que no quiere cachopo, que prefiere pizza y volvemos a empezar. En los grupos deportivos pasa igual. Si un integrante solicita interesados en ir a remar lo lógico sería que contestasen los que pueden, pero lo habitual es que respondan las que no pueden exponiendo un montón de excusas que nadie ha pedido y proponiendo el cambio a otro días, otra hora, etc.

Pues igual ocurre en la geopolítica. Chavez pasó de golpista a líder revolucionario gracias al uso de la televisión. Pero el ejemplo más notorio es la llegada de Trump al poder en los Estados Unidos utilizando casi única y exclusivamente, pero con habilidad, la gestión de las mentiras a través de Twiter. Y en esas sigue. Ha conseguido que sus afirmaciones dudosas o claramente falsas generen más credibilidad en el público americano que periódicos con reconocida tradición de contrastar sus noticias y solo publicar las verdaderas. Trump ha conseguido hacer real lo de que a base de repetir mucho una mentira se transforme en verdad.

Las telecomunicaciones han democratizado el liderazgo. Tenemos que escuchar la opinión de todos, incluidos los que no saben, para elegir el restaurante. Y puede ocurrir que, a base de escuchar opiniones y propuestas terminemos eligiendo el restaurante menos conveniente. Por eso, léanse el programa de Podemos y entenderán por que Pedro Sánchez no quiere elegir ese restaurante.

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