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Mercè  Marrero

La suerte de besar

Mercè Marrero Fuster

'The Joker', la bayeta y los cojines del sofá

Maruca vivía en un piso de techos altos en la calle Murga, en Las Palmas. Para llegar a la puerta inmensa de madera oscura, debías subir unos escalones anchos de granito gris. En la entrada, bajo el lucernario, había plantas y una jaula con pajaritos. El baño, a medio camino entre el salón y la cocina, tenía un jabón que olía a rosas y ella siempre llevaba las uñas pintadas de color rojo. La recuerdo siendo siempre una mujer mayor. Pequeñita, encorvada y con el pelo teñido de color lila. Olía a violetas. Era carismática y divertida, fuerte y con personalidad. Los cojines del sofá estaban siempre alineados y bien colocados y era una cocinera excelente. Servía el potaje de patatas y cilantro en un plato de cerámica blanca. Las servilletas eran de hilo y el pan bizcocho estaba a la izquierda, sobre un platito redondo. Maruca daba importancia a los detalles pequeños. Como Mapi. El tocador en el que ella guardaba sus potingues, perfumes y maquillajes era un muestrario de botes de cristal, cajas plateadas y brochas con olor a polvos de talco. Cuando Maruca murió, Mapi leyó un texto agradeciéndole, entre muchas otras cosas, que le enseñara a apreciar lo agradables que son unos cojines ahuecados. Siempre le agradeceré a mi tía Mapi que, por las noches, me dejara la cama abierta. Un gesto simple que me hacía sentir como una reina. Los detalles. Otra vez.

El cocinero con dos Estrellas Michelin y propietario del Mugaritz, Andoni Luis Aduriz, en su intervención maravillosa en la jornada Dar es dar, organizada por la cocinera Maca de Castro y Amadip Esment Fundació, contó que en su cocina la bayeta siempre está doblada y bien colocada. "Si hacemos importantes las cosas que en realidad no lo son, entonces las cosas que realmente son importantes se convierten en algo mucho más importante", dijo. Ver cómo alguien mima los detalles pequeños, permite intuir cómo tratará los verdaderamente trascendentes. El otro día vi cómo una cuidadora colocaba una manta en el regazo de una mujer mayor, cómo le miraba a los ojos mientras le preguntaba si tenía frío y cómo le agarraba las manos para transmitirle seguridad y calidez. Esos tres gestos fueron suficientes para saber que esa persona, además de buena, es una profesional. Su atención iba dirigida a cubrir unos huecos que pocos atienden.

Fui a ver 'The Joker' sin saber qué encontraría y me topé con Joaquin Phoenix y su interpretación de un personaje que es una crónica de una derrota social anunciada. Al margen de que éste sea uno de los villanos por antonomasia del mundo del cómic, la película provoca una reflexión sobre las señales de alarma ninguneadas, oportunidades vitales perdidas, los detalles ignorados, la realidad de esas personas por las que nadie vela y a quien nadie cuida. ¿Qué habría sucedido si a alguien que se siente prescindible le hubiésemos hecho sentir importante en el momento preciso? Todo suma y cualquier gesto cuenta. Un cojín mullido, una cama con las sábanas abiertas, el olor del jabón de rosas, una bayeta amarilla de cocina bien doblada, una mano sobre la espalda, una conversación a tiempo o una manta sobre el regazo. Cualquier cosa que en el momento adecuado te haga sentir que le importas a alguien.

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