El PSOE coincide más a menudo con Vox que con Més en el Parlament, allá los socialistas y la ultraderecha moderada con esta evidencia añadida del ensañamiento de Madrid contra Mallorca. El séquito de Armengol no admitirá jamás la traición en serie a sus principios. En su recuento triunfal, no han cometido ni un solo error desde 2015, es el único partido del planeta que ha sufrido apenas la dimisión colateral de su jefe de los servicios jurídicos, sacrificado para proteger a Pilar Costa. En la primera legislatura diezmaron a los ecosoberanistas y a Podemos, bajo la premisa de que solo el partido de Pablo Iglesias padre gozaba del virtuosismo para gobernar sin desacreditarse.
El PSOE tiende a la expansión. Es el mismo partido que trabajó con denuedo durante los ochenta y los noventa para que no hubiera un Govern de izquierdas en Mallorca. "Esta sociedad es de derechas", sentenciaban con menos dolor que regocijo. Pese a su pasado atrabiliario, se comportan como si todo se les debiera. Sin embargo, desde junio han tropezado con la piedra en el zapato llamada Més, que los ha enfrentado a sus contradicciones y les ha obligado ya a rectificar en una docena de ocasiones.
La venganza del PSOE será terrible y no desdeñará el juego sucio. Por tanto, la domesticación de Podemos obliga a recordar que Més se ha aplicado a la misión higiénica de sostener al Govern de izquierdas, de preservar su aureola de progresismo. No es látigo, es vitamina. Esta labor inesperada de la tropa ecosoberanista apacigua incluso a los votantes socialistas que nunca migrarán al nacionalismo, pero que se escandalizarían si conocieran el nivel de entreguismo hacia la derecha de su partido. Este martes sin ir más lejos, Biel Company mimaba a Armengol en el Parlament por comparación con el malvado Pedro Sánchez. Es peligroso convertirse en la presidenta de todos prescindiendo de los tuyos.
