y o no quería escribir sobre Marta Díaz, esa pobre víctima de la conspiración de Diario de Ibiza con el PP, según ella misma, pero me revienta que me tomen por imbécil. Sin animadversión, Marta, aquí nadie te ha acusado de llevarte el dinero a casa, sino de dilapidar indecentemente los fondos públicos en tu promoción personal y la de tu búnker de protegidos, para quienes no parecían existir las esperas y restricciones presupuestarias que ahogaban a las asociaciones de ayuda a los más necesitados en la anterior legislatura del pacto de progreso propio. Cava especial, comidas de postín hasta con el secretario, viajes absurdos, peluquerías... todo ello sin contar con las contrataciones de amigos a dedo, los premios dudosos o la propia opacidad del millonario presupuesto de Adlib, que ha sido siempre uno de los secretos mejor guardados del Consell. Tal vez nada de esto sea ilegal, y tú como jurista que ya se ha visto envuelta en algún asuntillo lo debes saber mejor que nosotros, pero de inmoral tiene un rato. También es cierto que es "triste" que la información salga cuando ya no estás en el poder, pero no será porque este medio no haya pedido reiteradamente a lo largo de estos años las facturas de tus exclusivos saraos, sino por la renuencia del gobierno del PSOE y Podemos a facilitárnoslas y por la incompetencia de Viviana de Sans y de Gloria Santiago, en su cargo de confianza, tan transparentes que su supervisión ni se veía.

Marta Díaz dice ahora que vuelve para lavar su imagen y está en su derecho, pero le hace un flaco favor a la política y al partido que la encumbró y que la ha amparado hasta anoche mismo, cuando Vicent Torres dimitía sin dignarse a dar explicaciones por el derroche de la que fue su mano derecha. Y no es "caza de brujas", Marta. Es simplemente que las personas incapaces de diferenciar entre legalidad y ética sobran en las instituciones.