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Norberto Alcover

En aquel tiempo

Norberto Alcover

Lorenzo Tous Massanet

Miércoles, 2 del presente octubre, alas 19 horas, en el Centro Cultural de Sa Nostra. Allí estoy, con un pelín de retraso, para asistir a la presentación de un libro-entrevista sobre Lorenzo Tous Massanet, realizado por Cecili Buele i Ramis. Subo al anfiteatro, llena a rebosar como está la sala de butacas. Un silencio absoluto, mientras escuchamos las palabras de la historiadora Carmen Vidal, quien realiza una excelente y resumida biografía territorial, sacerdotal e intelectual del protagonista. Es la primera vez que me informan de verdad sobre la personalidad de Lorenzo Tous, de quien tenía referencias a salto de mata en años pasados, pero no conocía personalmente. Después, Cecili Buele comenta la gestación del libro y su relación con el protagonista, estrecha, seria, permanente, hasta ceder la palabra a Lleonard Muntaner, valedor de la edición del volumen.

Y comienza Lorenzo. Y quedé estupefacto al escuchar a un hombre que, en la cima de su referencialidad, decía y repetía con pasión y hondura: "Jesus viu", como núcleo de su viaje personal, alcanzados los 84 años. Dos palabras que suenan como un trallazo entre los oyentes, y que me obligan a leer en dos días el libro sobre este hombre que es una gloria para la Iglesia de Mallorca, pero no menos para nuestra sociedad isleña tan ensimismada y tan precavida. Jesus viu. Jesucristo vive, Lorenzo se posiciona cuando los debates teológicos atraviesan barrancos peligrosos al respecto. Un posicionamiento que nunca agradeceré bastante por lo que significa en este momento de mi vida.

Las dos palabras surgen de una persona que lleva a sus espaldas nada menos que un interés casi genético por la música y la lengua latina, que, tras sus estudios en el Seminario de Palma, los amplia y fundamenta en la Gregoriana de Roma, en el Instituto Bíblico de la misma ciudad, en la Escuela Bíblica de Jerusalén, mientras cita como "profesor determinante" al biblista insigne que fue el P. Luis Alonso Schökel SJ, y no menos a hombres como el P.Tromp y tantos otros que en la conversación con Buele salen a relucir. Pero es que además recorre la tierra de Jesucristo apasionadamente, según describe y narra sus andanzas con profesores y compañeros en un capítulo admirable. Y más tarde, retornado a Palma/Mallorca, trabaja como profesor de Sagrada Escritura en el Seminario y en el entonces CETEM, y además se implica en realizaciones sociales como la cárcel, Siloé/sida, Zaqueo/drogadicción y marginados profundos, GREC/Grupo de educación de Calle y Trabajo con Menores. Todo ello desde la inspiración creyente y humanista. La Escritura, en el caso de Lorenzo Tous, se hace carne en los pobres y marginados y crucificados de la Historia, en palabras de Jon Sobrino, con el que departió. Es un currículum apasionante, recio y largo, prácticamente a lo largo de toda su vida. Hasta que inesperadamente desemboca en tierras de Castilla, sin olvidar jamás el mar mallorquín, a donde vuelve siempre que puede. Hombres y mujeres así asaetean el corazón y casi me estremecen.

A raíz de un viaje y de la muerte de su madre, decide parar su vida tan agitada en Mallorca para sumergirse en un pueblecito vallisoletano, de nombre Ceinos de Campo, de unos 200 habitantes, quieto y aquietado, donde llevar una vida familiar y cristiana tan sencilla como escondida. Escribe, colabora con sus amistades, piensa en su propia vida y se lanza a una aventura espiritual como tercera parte de su camino: formación, socialización, interiorización. Un sacerdote preparadísimo en todos los aspectos pensables, dialogante, recio hasta las cachas, de inspiraciones místicas convincentes, y, sobre todo, como ya escribí, un sacerdote que supo conjugar humanismo cristiano y percepción escriturística, con específica referencia a Juan, el discípulo visionario. Parece mentira que un hombre de tal categoría sea capaz de encerrarse en el rincón de Ceinos de Campo, en la Castilla profunda, determinado a llevar una vida normalizada y más allá de protagonismos tan satisfactorios. Y al que se le ve casi perplejo de que la sala de Sa Nostra retumbara de aplausos.

Muchos sacerdotes envolvían a Lorenzo Tous Massanet, y entre ellos un grupo de sacerdotes secularizados, compañeros de Seminario y de otras peripecias vitales. Y un montón de laicos y laicas a quienes Lorenzo había enseñado Escritura, pero sobre todo amor a la vida, dedicación a los más pobres y, en fin, una fe radical en Jesucristo, condensada en las dos palabras que constituyeron el clímax del acto y que ya cité: "Jesus viu". En silencio por la calle de la Concepción, caminaba, más tarde, solo y emocionado porque había valido la pena presenciar unos momentos de fraternidad absoluta, de recuerdos entrañables y de confesión de fe sorprendente.

Lorenzo Tous Massanet, quedo satisfecho de haberte conocido.

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