Sabemos que nuestro planeta en su historia geológica ha vivido cinco episodios en los que al menos la mitad de los seres vivos perecieron en enormes cataclismos. Según informes científicos incuestionables estamos a las puertas de una posible sexta extinción masiva. La diferencia está en que ahora somos los humanos quienes podemos originar una reacción en cadena que se traduciría en extinción de animales y plantas, y mucho sufrimiento para millones de personas.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Por nuestro modelo de desarrollo económico, basado en el expolio de la naturaleza hasta el punto en que ésta no puede regenerarse. Los humos envenenan el aire, los vertidos asfixian los océanos, la temperatura está subiendo y ya hay partes del mundo cuyas poblaciones se han visto desplazadas. Hay una pregunta clave para entender lo que pasa y exigir responsabilidades, y es: ¿quién se beneficia de todo esto? Hay un 1% de supermillonarios dueños de grandes corporaciones que marcan este modelo de desarrollo y un 99% sin poder.

Así que es pertinente preguntarnos: ¿nos estamos suicidando o nos están asesinando?

Nos dicen que reciclar es imprescindible, cierto, pero ya es claramente insuficiente. Individualmente podemos hacer muchas cosas para mejorar, pero tenemos que presionar a nuestros gobiernos y a los Mercados, ese ente tan inconcreto que hace que necesitemos mucha ropa muy barata o comprar alimentos sin pensar si son transgénicos, o si está cultivado aquí o a 5.000 kilómetros de distancia y trasladados a nuestras ciudades sin pensar en el gasto energético y la huella ecológica que conllevan.

Que no nos digan que no se puede hacer nada, es mentira. Solo es cuestión de hacer que pare la avaricia depredadora, y aprender que vivir bien y ser felices no es sinónimo de consumir sin medida. Hay alternativas factibles sobre las mesas de los dirigentes, y cada vez hay más gente dispuesta a cambiar sus hábitos y a reducir su nivel de vida para hacer sostenible el planeta. Tenemos un poder enorme al consumir porque es lo único que entienden los mercados. Tanto es así que tras las movilizaciones están enviándonos mensajes con publicidad tipo "producto verde", "producto sostenible". Es una tomadura de pelo por ahora, pero podemos ver nuestro poder por ahí.

Las mujeres, a pesar de nuestra posición muy subalterna en el sistema patriarcal, estamos liderando la lucha por el medioambiente desde el inicio, como Petra Kelly, Wangari Maathai, Vandana Shiva, Berta Cáceres, Greta Thunberg y tantas otras.

No debemos bajar la guardia, porque no hay tiempo, y como decíamos en la manifestación del 27 de septiembre, "sense renou el Govern no se mou"; el poder no se preocupa por un grito aislado sino por un constante recordatorio de que sabemos hacia donde nos están llevando y que no lo permitiremos. Hoy, Extinction Rebellion ha convocado acciones en todo el mundo.

Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz, hace poco pidió tres veces perdón a la Tierra. "Perdón por ensuciarla, perdón por no cuidarla, perdón por destruirla". Ni extinción por la avaricia de una economía asesina ni suicidio colectivo. Vamos a luchar.