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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Més reniega de la presencia de la UME en Mallorca

A Més, lo que no resulta difícil, se le han visto los coloridos plumeros que luce, al negarse a avalar la petición de que se instale en la Isla un destacamento de la Unidad Militar de Emergencias

La Unidad Militar de Emergencias (UME), una de las iniciativas más exitosas de José Luis Rodríguez Zapatero, ha demostrado con creces su efectividad al atender las frecuentes catástrofes originadas por incendios descomunales, diluvios bíblicos y demás manifestaciones con las que la Naturaleza expresa el enorme cabrero que la depredación humana le está causando. Gracias a los militares de la UME se ha podido hacer frente con efectividad a las consecuencias de los desastres habidos. Recordar su actuación en la riada de Sant Llorenç es pertinente. Obviar su asistencia tras lo ocurrido en el Levante español solo lo hacen los miserables. La UME, cuya creación fue duramente cuestionada por el PP, porque la iniciativa era del Gobierno socialista, tuvo como primer jefe al teniente general Fulgencio Coll, del que sigue sin entenderse qué diantres pinta en Vox, cómo puede soportar a su lado a alguien de la catadura de Jorge Campos, arribista ahíto de ambición y sin rastro de estilo.

El asunto lo tenemos en que uno de los partidos que forman la actual coalición de gobierno en Balears, Més, cuál sino, no acepta que en Mallorca se instale un destacamento permanente de la UME. Su portavoz parlamentario, Miquel Enseyant, que por decoro político debería haber abandonado la plaza pública cuando contribuyó decisivamente a precipitar la inconclusa crisis de Més, se ha opuesto en la Cámara legislativa a la propuesta de que tengamos a la UME permanentemente. El argumento reviste el rancio nacionalismo de la casa: hay que crear una organización propia y no depender de nadie. No dice lo que de verdad piensa tanto él como Més: cómo podemos aceptar con nuestros votos solicitar que en Mallorca se instale una unidad del Ejército español. Més, desde lo ocurrido cuando la chirigota que protagonizaron sus líderes a punto estuvo de acabar con el partido, anda no ya desubicado, sino que ha descubierto que un partido con escaso poder real en el Ejecutivo de Francina Armengol, Podemos, está obteniendo una repercusión pública muy superior a la suya, entre otras razones, porque cuanta con un vicepresidente, el juez en excedencia Juan Pedro Yllanes, que deja a sus antecesores de Més convertidos en monaguillos de campanario; actúa, en el estricto marco de las funciones que se le han encomendado, como corresponde a un vicepresidente. Demostró que sabe dónde está y para qué; exhibió su temple cuando, sin abrir la boca, puso en evidencia a un desatado Iago Negueruela, que creyó que el vicepresidente era él e Yllanes un adorno de árbol de Navidad.

Més posee una inextinguible vocación para equivocarse. Es incapaz de entender cuál es la realidad política del momento. Ha dispuesto de una oportunidad de por fin ingresar en el Congreso de los Diputados, objetivo que lleva marrando desde 1977, desperdiciándola al no haber apostado por la coalición con Más País de Iñigo Errejón. Se ha vuelto a coaligar con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) lo que le garantiza, dejando de lado descomunal sorpresa, que seguirá siendo extraparlamentario en las Cortes Generales. Son sus estrategias y que con ellas se las componga. Languidecer en el seno del sistema es gratificante para los líderes de cada momento. Hasta nublan la visión de algunos haciéndoles creer que son muchos más que los que les sufragan en las urnas.

Pero lo que no tiene pasada es que después de lo vivido en Sant Llorenç, de lo que acontecerá en el futuro, propiciado por el calentamiento global, el cambio climático, que ya ni Rajoy niega ( Donald Trump sí) Més, a través de Miquel Ensenyant, que debería haberse quedado de alcalde de su pueblo, reniegue de la UME. Con mucha probabilidad, una de las instituciones más apreciada por lo ciudadanos.

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