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Antonio Papell

Errejón, frente a Iglesias

Es un clamor: ante la inminencia de nuevas elecciones por la obstinada negativa de Iglesias a suscribir un pacto de programa PSOE-UP, ciertos sectores del mundo de Unidas Podemos que ven críticamente la posición irreductible de Pablo Iglesias, quien ha impedido reiteradamente la formación de un gobierno progresista presidido por Pedro Sánchez, barajan la formación de un nuevo partido populista encabezado por el heterodoxo Errejón, que se marchó de Podemos para crear 'Más Madrid', que ha barrido a UP tanto en la capital del reino como en su comunidad autónoma.

Tras el bloqueo insoluble de la política estatal, los apoyos a Errejón se han multiplicado, ya que si él liderara el populismo progresista, el pacto con el PSOE no ofrecería más dificultades que las normales en esta clase de alianzas. Pero de momento, Errejón quiere limitar a la comunidad de Madrid su presencia en el Estado, ya que es donde tiene implantación. Sus perspectivas son buenas puesto que en las autonómicas del pasado mayo obtuvo 20 escaños (472.000 votos) por 7 de Unidas Podemos (179.000). En las legislativas del 10-N, la formación de Errejón podría conseguir cinco o seis escaños en el Congreso y acabar formando grupo parlamentario propio con algunas antiguas confluencias de Podemos que son autónomas (Compromis, En Comú Podem, Adelante Andalucía, Més per Mallorca€). En total, más de una quincena de diputados, muchos arrancados a UP, que quedaría al fin recluida en el nicho de reducidas dimensiones que siempre tuvo la extrema izquierda en esta etapa democrática (Anguita consiguió en su mejor momento 21 escaños). Manuela Carmena ha declinado, de momento, encabezar esta iniciativa estatal.

Todas estas especulaciones numéricas sugieren que estamos en presencia de un cálculo en buena medida electoralista, pero la mudanza tiene un fundamento ideológico claro, aunque con la bonanza económica (ahora amenazada de nuevo) se haya dejado de hablar de ideas en este país. Desde el primer momento, Iglesias y Errejón han defendido en realidad proyectos muy distintos. Aquel, siempre sostuvo un escenario clásico de izquierdas, encaminado a "cambiar la sociedad, no a representarla", lo que excluía por principio el criterio de la moderación y abonaba el de la radicalidad. El proyecto de Iglesias era claramente antisistema (por más que con el tiempo, cuando le ha convenido, haya aparecido como un pío defensor de la Constitución del 78)

La posición de Errejón, en cambio, ha sido más templada, y se ha basado en la defensa de las instituciones clásicas de la democracia, a las que había/hay que devolver su sentido original, casi siempre desvirtuado, frente a los antisistema que quieren erradicarlas sin disponer de una opción alternativa. En una conferencia de septiembre de 2016, Errejón defendía "la importancia de las instituciones" y añadía que "cualquier hipótesis política revolucionaria que se base en que se van a caer [las instituciones] sólo puede confiar en la nostalgia". Recordó que el 15-M "no impugnó la totalidad" de lo que había y que "vivimos en Europa, en el primer mundo, donde una gran mayoría son ciudadanos que confían en el orden y las instituciones". En consecuencia, su propuesta de regeneración era transversal, más regeneracionista que revolucionaria.

Luis Alegre, conmilitón de Errejón, explica con una admirable sencillez en su prólogo al libro de Fernández Liria En defensa del populismo qué es el populismo —?ese intento de agregar mayorías sociales de un modo nuevo, de crear un pueblo que se reconozca a sí mismo"— y en qué consiste el ejercicio de defender "el estado democrático y de derecho formado por ciudadanos libres", atacado tanto por los liberales (que siempre han defendido que este trabajo ya estaba hecho) como por la izquierda radical (que siempre ha buscado 'algo mejor' que esa simpleza que está en la base de la democracia real).

Parece inevitable que algún día ese populismo que intenta recuperar el significado de las instituciones y de las palabras de la Revolución Francesa confluya con la izquierda moderada, pero hasta entonces Errejón haría un gran trabajo si se pusiera al frente de la movilización hacia ninguna parte emprendida por Iglesias y hoy descarriada en un callejón sin salida.

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