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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Gobernar con Podemos, dinamitar la legislatura

Un gobierno de coalición PSOE-Podemos tendría desde el instante de su nacimiento garantizado su funesto desenlace con lo que entonces sí habría una oportunidad para la derecha

En España no hay, como ha sucedido en Italia, ninguna bestia política en el gobierno que haga posible lo imposible: la coalición entre el partido populista Cinco Estrellas, una suerte de Podemos, y la socialdemocracia. El fascista exministro del Interior Matteo Salvini, que, por insultar, hasta lanzó improperios al papa Francisco, ha sido el catalizador de una solución política en la que los italianos son virtuosos: llegar al borde del abismo, pero jamás precipitarse en él. España no tiene de momento a un Salvini que permita acuerdos para soslayar la convocatoria de elecciones. El 10 de noviembre se volverá a votar. Perdida la cuenta de cuántas veces los ciudadanos han sido llamados a las urnas, se constata la congénita incapacidad española para hacer gobiernos de coalición viables.

Ahí radica el núcleo de la cuestión: gobierno viable. Desde la izquierda social se clama por el pacto entre PSOE y Podemos. Se aducen todos los argumentos de manual para reforzar la petición, pero parece olvidarse lo esencial: hasta dónde llegaría un gobierno de Pedro Sánchez con un vicepresidente (a) de Podemos y varios ministros de debida obediencia al líder que ha transformado al partido en un erial, siguiendo la tradicional secuencia propia de los partidos comunistas, en los que, quien se hace con el poder, procede a liquidar a los adversarios internos y hasta a quienes sospecha que son susceptibles de serlo. Posiblemente no es la corriente mayoritaria que impulsa a la izquierda, que, por encima de cualquier otra consideración, quiere el pacto, pero la negativa de Pedro Sánchez es, se reconozca o no, coherente con la tradición socialdemócrata; más importante, fundamental para soslayar un cataclismo electoral de la izquierda si se aviene a aceptar que el Gobierno de España sea dual: que lo presida Sánchez y los ministros de Podemos rindan cuentas ante Pablo Iglesias. Es lo que indefectiblemente sucedería, haciendo que, apenas transcurrido un tercio de la legislatura, ésta fuera dinamitada permitiendo a la derecha, entonces sí, tener su oportunidad de obtener una mayoría suficiente en el Congreso de los Diputados. La fórmula andaluza y madrileña o el gobierno tripartito: PP, Ciudadanos, Vox se haría plausible.

Objetar que en ayuntamientos y comunidades autónomas PSOE y Podemos han pactado agotando la legislatura pretende confundir, porque nada tiene que ver la estructura de las administraciones locales y regionales con la del Estado. Sánchez y el PSOE saben que, después de lo ocurrido en julio, no es factible la coalición con Podemos. No se puede sensatamente situar en la vicepresidencia del Gobierno a Irene Montero y a varios lugartenientes del partido de Iglesias confiando que las cosas funcionen razonablemente, incluida la de guardar el secreto de las deliberaciones del Consejo de ministros, que, aunque casi nunca se cumpla a rajatabla, no deja de ser respetado en lo esencial. Podemos es Podemos y creer que Montero, Echenique, Mayoral o quienes se incorporasen al gabinete no rendirían cuentas al líder máximo antes y después es ignorar la realidad.

Menos gravoso es volver a las urnas, que lo que dicten atempere muchos de los revoltosos ánimos de unos protagonistas que son sensiblemente mejorables. No hay que salvar a Pedro Sánchez de las responsabilidades contraídas, pero sí dar por buena su decisión de no compartir el gobierno con un líder y un partido que, además de llevar en su seno el germen de la destrucción mutua asegurada, quieren estar en el gobierno sin dejar de ser oposición. Podemos es Pablo Iglesias y mientras eso suceda entrar en coaliciones estatales con quien tiene en Julio Anguita a su asesor de cabecera es un absurdo, la garantía de lo que se le vendría encima al PSOE.

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