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Antonio Papell

Elecciones: encuestas y tendencias

Supongamos que fracasan las negociaciones para formar gobierno y nos vemos abocados a unas nuevas elecciones, que, como es sabido, se tendrían que celebrar el próximo 10 de noviembre, dentro de algo más de tres meses. Es obvio que en un plazo tan dilatado las preferencias electorales de los ciudadanos pueden evolucionar, por lo que cualquier previsión lógica, demoscópica, de los resultados habría de partir de los valores actuales, modulados mediante las tendencias que vayan influyendo sobre el cuerpo social y aderezados con ciertos elementos subjetivos, como el estado de ánimo de los electores después de la frustración generada por la impotencia de sus políticos.

Las últimas encuestas publicadas -la de Sigma Dos para El Mundo y la de NC Report para La Razón elaboradas a finales de agosto- arrojan movimientos plenamente inteligibles, no muy alejados de los promedios de todos los sondeos conocidos que ofrece periódicamente Kiko Llaneras. El PSOE mejora su posición, lo que indica que su propuesta de izquierda prudente y moderada gana adeptos (según Sigma Dos, pasaría del 28,7% conseguido en las elecciones de abril al 33,4%, de 123 a 145 escaños; el promedio de Llaneras estaría en el 31,6%), en tanto el PP también sale de la indigencia en que lo postró la moción de censura (según el mismo sondeo, subiría del 16,7% al 19,0%, de 66 a 78 escaños; el promedio le otorga el 19,5%), y los conservadores más optimistas podrían comenzar a pensar que la formación fundada por Manuel Fraga está en condiciones de empezar a recuperar el liderazgo claro de la derecha; los lazos del PP con la sociedad civil se han atenuado pero no se han roto, y ello les empieza a proporcionar una cierta recuperación en su ámbito de influencia a medida que las nuevas generaciones, que poco tuvieron que ver con las derivas vergonzantes del pasado, se van haciendo con las riendas del partido, encabezado ahora por Pablo Casado. Un Pablo Casado que empezó mal, en un tono faltón que molestó a la ciudadanía y que nuestra política ordinaria nunca ha cultivado, pero que parece haberse moderado y tranquilizado.

La recuperación del PP es a costa de Vox, que, según Sigma Dos, perdería dos puntos porcentuales y bajaría de 24 a 17 escaños, y sobre todo de Ciudadanos, cuyas desconcertantes piruetas le habrían costado una bajada del 4,1% y el paso de 57 escaños a 34, y con tendencia claramente a la baja. El futuro de la formación de Rivera parece dramático ya que, de un lado, sus pactos con Vox han expulsado a todos los socialdemócratas que se creyeron en su momento la propaganda de la regeneración; y, de otro lado, la recuperación del PP, que es el verdadero referente de la derecha democrática, se materializará a costa del adelgazamiento de Ciudadanos, cuya aspiración de ser la fuerza genuina de la derecha es ya un efímero sueño de verano. Una vez abandonado el centro, Ciudadanos está condenado a ser una fuerza residual de derechas, con tendencia a resultar expulsada del espectro en cuanto el PP reconstituya su base socioeconómica y recupere poco a poco la respetabilidad.

Unidas Podemos podría debilitarse si su clientela periférica llegara a la conclusión de que es responsable de la inestabilidad política al ofrecer tanta resistencia a un gobierno socialista -por tres veces habría negado bíblicamente a Pedro Sánchez-, pero de momento las encuestas registran apenas un discreto descenso. La mencionada encuesta de Sigma Dos le da una pérdida de una décima de punto y de dos escaños, hasta los 40. El promedio de Llaneras confirma un descenso del 14,3% al 13,7%.

El otro elemento que influirá evidentemente en los resultados del 10 de noviembre si se confirma la convocatoria electoral será la participación, muy ligada a la movilización que logren los partidos. Ya se sabe que el electorado de la izquierda es más volátil y exigente que el de la derecha, de forma que este es el elemento clave y la principal incógnita del futuro: dependerá de la habilidad de PSOE y UP que el hipotético tripartito conservador, que se formaría sin duda si fuera materialmente posible, se constituya o no.

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