Diario de Mallorca

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Cosas vistas

1. Stendhal decía que la novela es un espejo situado a lo largo del camino y con perdón de Lewis Carroll -que ahora penaría de juzgado en juzgado-, el escritor es a menudo los ojos de ese espejo. Sí, los espejos tienen ojos -sigo con el reverendo Dogson- como los escritores un pasado de cuando no eran, exactamente, escritores, pero ya miraban como suelen hacerlo los escritores. Sin descanso.

Esta semana ha muerto Leopoldo Pomés y todos hubiéramos querido, en un momento u otro, ser sus ojos. En pleno franquismo y con un anuncio que aunaba ciertos valores que el Régimen había hecho suyos -el coñac (tan masculino), las playas de arena, los caballos andaluces y las turistas rubias ( Spain is different)-, Pomés hizo un anuncio plagado de guiños y reverso de los valores establecidos sin que nadie pudiera decir nada.

Aparecían en ese anuncio un caballo blanco -o tordo, ya no recuerdo- sin silla y una mujer montándolo a pelo con las piernas desnudas y sin sujetador bajo la camiseta -todos apostábamos que tampoco con ninguna otra prenda de ropa interior- que galopaba, la melena al viento (es decir, desmelenada) por una playa del sur de España. Tiempos del franquismo y la censura, repito. Y para redondear el asunto, la jinete del primer anuncio de la serie era Nico, la mítica cantante de Velvet Underground, la amiga de Lou Reed y Andy Warhol, la voz oscura de Femme Fatale, la mujer de la que se enamoró Jim Morrison? Nico, la que en aquel entonces -o un par de años después- todos habríamos amado de poder hacerlo. Ella, por supuesto, ni siquiera hubiera advertido nuestra presencia. Pero sigo: Nico acabó suicidándose y la heroína -es decir, el caballo- tuvo algo que ver. El anuncio era un anuncio de coñac, pero hubo en él cierta premonición. De filmarlo hoy, como ocurriría con las fotos de Lewis Carroll, quizá le habría costado a Pomés un disgusto, no sé si judicial, pero en fin.

Leopoldo Pomés fotografió a Teresa Gimpera como emblema de Bocaccio, al poeta Juan Eduardo Cirlot, a Tàpies, a Brossa, a Saura, a Raimon, al pintor Luis Marsans, a Cortázar, a García Márquez? Fotografió una Barcelona de arrabal y personajes pobres al borde de la alegría y de la miseria? Y fotografió, de todas las maneras posibles a Karin Lenz, su mujer y socia, regalándonos a los demás su gran belleza. Que muchos años después realizara cada Navidad los anuncios de un cava y sus burbujas femeninas -de lo que mayor eco se ha hecho la prensa por ser lo más reciente y popular, supongo- me parece más una pillería alimenticia, como de viejo erotómano, que otra cosa relacionada con el arte. Lo demás no, en lo demás su mirada se posó donde décadas atrás la hubiéramos querido posar también nosotros. Y esto es agradecimiento. Como lo es el estupendo título de su libro de memorias: No era pecado. Pues eso.

2. Cuando apareció Berta Isla, la última y gran novela de Javier Marías, no recuerdo haber leído entre las críticas publicadas ninguna referencia a Homero. Tampoco a mí, mientras la leía con tanto placer como entusiasmo, se me ocurrió en absoluto evocar pasaje alguno de la Odisea o de la Ilíada. Pensé en El regreso de Martin Guerre, pero páginas más adelante ya se encargaba el mismo Marías de eso, desarticulando al lector perspicaz o sabido. Pensé en otras cosas y todas derivaban del espléndido texto narrativo y de las aficiones o manías de su autor. Pero no pensé en Homero y no porque con Marías esté uno siempre obligado a pensar en Shakespeare, sino porque no se me ocurrió. No se me ocurrió o no supe verlo cuando lo tenía tan delante como la carta robada en el cuento de Poe.

Esta semana se ha publicado la versión francesa de la novela e inmediatamente el suplemento de libros de Le Monde le ha dedicado una página casi entera e impar (que como todo lector de periódicos sabe, son las mejores). En su encabezamiento se leía: "El escritor español reescribe magistralmente el mito de Penélope y Ulises". Los franceses siempre tan lúcidos -más que nosotros, al menos- en su hermenéutica literaria. Cualquiera que haya leído Berta Isla, si no lo vio en su momento, lo verá ahora con claridad meridiana: ahí estaba desde el comienzo de la novela: Berta es la moderna reencarnación de Penélope. Y ésta es una de las virtudes de los grandes libros: que una vez acabados siguen viviendo en el lector más allá de la vida que el lector les dio mientras leía. Es decir, enriqueciéndolo día tras día, por lejos que quede el libro en el tiempo.

3. En Andalucía han encontrado una rica cámara funeraria romana en el patio trasero de una casa en obras y en Mallorca una magnífica espada de bronce en un talaiot. Entre el mausoleo y el arma -ambos antes de Cristo- apenas hay un siglo de diferencia, a favor de la espada, que es más vieja. En las playas de Barcelona han encontrado dos bombas, no sé si de la Guerra Civil o más tardías y en las playas de Palma, esta semana, ha vuelto a haber bombardeo bacteriológico de los mefíticos emisarios. O sea que lo tenemos todo: más antigüedad en los vestigios arqueológicos y más modernidad en las armas de destrucción masiva. Salvem Can Pere Antoni!

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