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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

El huracán Greta cambia el clima

Después de la accidentada travesía del Atlántico desde Plymouth a Nueva York, no está claro si la mareada activista adolescente Greta Thunberg volverá a volar, pero queda claro que nunca más se embarcará en un velero. La ecologista que lidera la primera rebelión de los jóvenes contra el exterminio del planeta a cargo de sus mayores, ha querido soslayar la paradoja de Al Gore, "usted viene a predicar el desastre del calentamiento global pero ha llegado hasta aquí en un reactor privado". Los apóstoles de la denuncia del cambio climático aceleraban la catástrofe que querían descargar sobre los burgueses con pantuflas.

Thunberg ha logrado el mayor impacto en Nueva York de una mujer sueca llamada Greta desde la Garbo. Sin embargo, ha demostrado contra sus propósitos que la inocencia también contamina. Los ecologistas olvidan siempre a la sañuda entropía, que envenena las iniciativas más idílicas. Repasar la construcción del velero en que ha viajado la activista bastaría para desacreditar su empresa. Se ha recordado asimismo que los tripulantes del barco limpio regresarán a Europa en avión, neutralizando el valor de la empresa. Se incide así en el dato que siempre omiten los solidarios. Con siete mil millones de personas sobre la nave llamada Tierra, no queda más remedio que destrozarla.

El huracán Greta no ha sido una navegante indígena desplazándose con medios rudimentarios. Ha empleado la tecnología avanzada y devastadora. Confrontada a la evidencia de que su viaje le ha propiciado más mareos que un billete Londres-Nueva York y ningún ahorro en la contaminación, los promotores del viaje se han comprometido a abonar una compensación económica de 172 euros contra el impacto ambiental. Con lo cual llegamos donde siempre, se trata de que viajen solo quienes pueden pagárselo, y encima presuman de salvadores del planeta.

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