Leo en este diario que el Consell de Mallorca quiere comprar junto al Govern con fondos de la ecotasa un plató de cine que está en el Parc Bit. Tres millones de euros se piensan a gastar del impuesto de turismo sostenible en hacerse con dicha instalación que en su momento fue una inversión del empresario Jacinto Farrús (condenado en los casos de corrupción de UM) y ahora es de un banco y lo usa TVE. Enhorabuena al banco, de verdad, no dejemos pasar ninguna buena ocasión para echar un cable a su gremio. Como de alguna manera hay que enlazar la tasa eco con este proyecto, la infraestructura se acondicionará para que albergue "rodajes sostenibles". Mucho se va a tener que esforzar ese pequeño ejército de asesores de comunicación que han contratado los integrantes del Pacto de izquierdas este verano para vendernos la prioridad de los rodajes con prescripciones medioambientales, que atraerán a productoras internacionales. Sentimos auténtica hambre de prescripciones medioambientales, pero no en el terreno de la ficción, sino en nuestra realidad más inmediata. Ahora que un juzgado está investigando a los gestores de Emaya por no haber parado unos vertidos de aguas fecales al mar que se repiten desde hace dos décadas. Ahora que se ha vuelto a recordar que el Govern debe a Palma 100 millones de euros pagados por los ciudadanos para que se destinaran exclusivamente a saneamiento, una deuda que ha frenado inversiones que habrían reducido la contaminación recurrente de la bahía. Ahora que el ayuntamiento ha limpiado docenas de toneladas de basura de un torrente porque Medio Ambiente no mueve ficha. Ahora que hemos visto de nuevo las banderas rojas en las playas porque están literalmente llenas de mierda después de la lluvia. Si les sobran tres millones, ¿por qué no se los dan a Emaya?
Oigo rodaje ecológico en la isla, ideal para la 'marca Mallorca', y pienso en Tom Cruise haciendo un trompo con su coche eléctrico en la autopista de Campos. Aunque esta vía rápida puede que no cumpla con los exigentes requisitos de las compañías cinematográficas concienciadas sobre la huella ambiental de sus actividades desde que sabemos que tal vez reposa sobre residuos potencialmente peligrosos. En efecto, después de cuatro meses mareando la perdiz y tras la denuncia de siete entidades ecologistas, el Consell ha hecho públicos análisis que certifican la insalubridad de las escorias que produce la incineradora que provee la obra. Según la Plataforma Antiautopistes de Mallorca, hay 2,5 kilómetros del tramo viario de Llucmajor a Campos en los que se han vertido miles de toneladas de escorias con elevadas concentraciones de sustancias tóxicas, todo ello sin una buena impermeabilización, por lo que se podría contaminar el suelo de los alrededores y su agua. Un papelazo del departamento de Urbanismo del gobierno de Mallorca y un guión con un final pésimo. En fin, que disponemos de una variedad de escenarios para una auténtica distopía de las que ahora se llevan tanto, para una de terror del subgénero fin del humanidad o para una secuela de El vengador tóxico. Aunque también nos podemos encerrar en nuestro ecoplató de tres millones e imaginar un mundo mejor y más verde.
