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Posidonia, una cuestión de fe

Según han demostrado recientes y solventes estudios científicos de una prestigiosa universidad centroamericana, la posidonia muerta de las playas mallorquinas posee extraordinarias propiedades curativas. Se ha podido constatar que una inmersión diaria de media hora en un montículo de posidonia puede llegar a curar el cáncer de piel, como así lo atestiguan numerosas personas que se prestaron al experimento y que ante los asombrosos resultados del tratamiento posidónico -¡los médicos no se lo explican!- han decidido residir en nuestra isla, cerca de una playa. Ante la expectativa generada a nivel mundial, se sabe de alguna iniciativa relativa a la inminente apertura de un centro de Terapia Alternativa Posidónica. Porque además los salutíferos efectos de la posidonia muerta no se acaban con la prevención y curación del cáncer de piel, algunos expertos afirman que en el plano intestinal la inhalación continuada de los vapores de restos putrefactos de posidonia produce unos efectos detox que nada tienen que envidiar a los producidos por un batido de alcachofa, limón y ayahuasca. Por todo ello, la comunidad científica alternativa mundial ha exigido al Govern la protección inmediata de la posidonia varada en las playas de nuestro archipiélago.

Por si todo ello no fuera suficiente motivo para dejar tranquila la posidonia en la playa, ciertos grupos esotéricos sostienen (sin la solvencia, claro, de la prestigiosa universidad centroamericana) que la contemplación y meditación concentrada formando un círculo mágico, al ocaso, con las manos unidas alrededor de un montón de posidonia puede llegar a elevar nuestros espíritus y algún que otro karma a niveles de iluminación insospechados, con lavado holístico de chakras incluído. Nunca la felicidad astral estuvo tan a mano. Parece que una nueva fe posidónica llama a la puerta del pensamiento mágico, que de implantarse garantizaría su inviolabilidad in saecula saeculorum. A la trascendencia por la posidonia. Una vez incrustada una creencia en el cerebro humano, por absurda que sea (incluso mejor cuanto más absurda), es prácticamente inamovible. No atiende a razones, por definición.

Como era de esperar, el ecologismo ateo y racionalista del GOB no ha tardado en percatarse del inmenso poder de la simbiosis entre credulidad y pensamiento mágico, un poder infinitamente mayor que el del pensamiento científico, siempre cuestionable, por lo que a buen seguro -alguillas a la mar- el GOB abrazará una estratégica alianza antinatura con el insurgente movimiento de seguidores de terapias y creencias posidónicas, cuya lucha común por la preservación de la posidonia, deben pensar los ecolos, bien vale una misa o, en este caso, un par de oooms. Bienvenido sea pues el pacto magufo si esas algas sucias y malolientes tan molestas para la industria turística se convierten en tan intocables como otras venerables e influyentes instituciones mágicas con miles de años de historia. Además, el padre etimológico de la posidonia, Poseidón, no es precisamente un recién llegado al Olimpo de la inconmensurable fantasía humana.

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