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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Las desmesuras de Més: Pedro Sánchez es Salvini

Sonado después de su desfondamiento electoral y dando palos de ciego en su cruenta batalla intestina, el PSM utiliza obscenamente el caso del ´Open Arms´para embestir al PSOE

Pedro Sánchez no es el fascista ministro del Interior italiano Matteo Salvini.Establecer cualquier suerte de paralelismo ente ambos es indecente e indigno. Lo hacen políticos escasos de recursos, que habitualmente vienen de vérselas con serios revolcones electorales y no menos contundentes admoniciones en sus organizaciones. Es lo que le ha acontecido al anterior consejero de Medio Ambiente del Govern, Vicenç Vidal, hoy senador elegido por el Parlament, al mendigar Més menores compensaciones para avalar la investidura de la presidenta Armengol. Vidal, que requiere hacerse notar, dejar imposible constancia de que en el Senado calienta escaño para algo más que cobrar mensual nómina, ha tenido a bien comparar la dubitativa actuación del Gobierno del presidente Sánchez con el buque español que recoge migrantes en peligro de muerte en aguas del Mediterráneo cercanas a Italia y Malta, obligadas, por el Derecho del Mar, a darles puerto seguro, con la repugnante oportunista actuación de Salvini, el líder de La Liga, el partido de la extrema derecha, todavía coaligado en el Gobierno con los de Cinco Estrellas, supuesto populismo de izquierdas, en su día generosamente celebrado por Pablo Iglesias.

Salvini destroza a conciencia la institucionalidad democrática de la República italiana. Su intención de voto se aproxima al 40 por ciento. Inquietante similitud con la que al iniciarse la década de los 30 del pasado siglo obtuvo el partido nazi de Adolf Hitler. Salvini, que no se recata en insultar al papa Francisco (no con más saña que determinados articulistas de la derecha española, para regocijo de buena parte de los obispos hispanos), pretende destruir la Unión Europea. El beneplácito del ruso Putin y el americano Trump está descontado. Es a ese inteligente energúmeno con que el escasamente dotado para un raquítico análisis político Vicenç Vidal compara a Pedro Sánchez. La zafiedad es tal que convierte en zafio a quien la enuncia. Extraña que alguien a la que se supone suficiente visión política, Fina Santiago, consejera del Govern, vapuleada por el derrumbe de Més, haya considerado que debía decir aquí estoy yo, no para ofenderse por un acto de flagrante inhumanidad, además de contrario a las leyes internacionales, sino para atizar a Sánchez, quien, estando en funciones, no parece en situación de propiciar un encontronazo con Italia, asunto que corresponde a la inoperante Unión Europea.

Més, reiterémoslo, es un partido incapaz de ser parte de un gobierno cohesionado. Su balance en la pasada legislatura fue manifiestamente mejorable. Tuvo la presidencia del Consell de Mallorca, en manos de Miquel Ensenyat, que ha protagonizado un espectáculo al que con benevolencia podría tildarse de lamentable, pero que se ajusta a la realidad si se le define de ridículo o, aún peor: de sustancial estolidez. Més se ha jibarizado a sí misma. Que ahora salga ofuscado el senador Vidal gruñendo que Sánchez es Salvini y que la consejera Santiago haga de pancartera prueba lo que desde su creación ha sido Més (PSM para no perdernos en los constantes cambios de denominación); un partido que jamás se ha tomado con seriedad lo que ha querido ser: independentista, al modo y manera de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Al no existiría materia prima en Mallorca para ello, se ha conformado con hacer aspavientos soberanistas, cuantos más mejor. El anterior alcalde de Palma, Antoni Noguera, se convirtió en experto, al tiempo que abdicaba de aguantar dos años como digno primer edil de Ciutat, ante el compungido conformismo de su antecesor y nuevo sucesor, José Hila.

Acotación al margen.- Se busca al Salvini español. Cierta derecha suspira por hallar a alguien de hechuras semejantes. Se apuntan dos posibles candidatos: Albert Rivera y Cayetana Alvarez de Toledo. Apostemos por la portavoz del PP.

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