El tradicional despacho veraniego del presidente del Gobierno con el Rey ha sido este año decepcionante por partida doble y con mayor incidencia, si cabe, por lo que respecta y afecta a Balears. A Pedro Sánchez no le ha quedado más remedio que dejar patentes las enormes dificultades con las que topa para ser investido de nuevo. Los obstáculos y la carencia de apoyos para su reelección han sido también el pretexto utilizado por el secretario general de los socialistas, en sus declaraciones en Marivent, al salir de la audiencia con Felipe VI, para dar largas sobre el incumplimiento estatal con la financiación de Balears.

Pedro Sánchez no se comprometió a nada. Se comportó como si el agujero de 177 millones que soportan los presupuestos de esta Comunidad, a cuenta de la recaudación del IVA y de la aportación estatal comprometida, no tuvieran nada que ver con él. Con esta actitud, la parte fiscal del Régimen Especial de Balears, que ya debería estar en fase de desarrollo, ni siquiera se ha iniciado. Está menos garantizada que nunca.

Sánchez se ha parapetado en la provisionalidad de su gabinete. Sostiene que no es legalmente posible que un Gobierno en funciones y sin presupuestos estatales aprobados, establezca fórmulas compensatorias para Balears. A la hora de la verdad, siempre hay una excusa para postergar el equilibrio justo de la balanza fiscal de estas islas.

La actitud del presidente del Gobierno topa con la de la presidenta del Govern. Francina Armengol se niega a concretar recortes presupuestarios y a contabilizar como agujero autonómico el retraso en el pago de unas partidas que, dice, son responsabilidad del Estado y un día u otro llegarán. Afirma que las exigirá al día siguiente de la formación de Gobierno. De momento, aboga preferentemente por el incremento del límite del déficit permitido a las comunidades autónomas.

Ahora mismo la situación es de bloqueo. El Estado no paga porque el Gobierno está en funciones y el Govern no coge las tijeras porque la aportación del dinero debe venir de los fondos estatales. Con sinceridad, a la vista de las manifestaciones de Pedro Sánchez en los jardines de Marivent, tampoco está claro que así sea. A lo máximo que se comprometió el presidente del Gobierno en funciones es a un vago y generalista replanteamiento de la financiación autonómica en el caso de que logre ser investido en septiembre. Pocas esperanzas para este archipiélago que ya acumula demasiadas experiencias de incumplimientos y falta de financiación estatal.

Pero no queda más remedio que salvar el bloqueo actual y que cada uno cumpla con sus responsabilidades. Al Ejecutivo Sánchez, por muy en funciones que esté, le corresponderá arbitrar formulas para hacer justicia con estas islas pagando lo que debe y al Govern Armengol no le quedará más remedio que incrementar su nivel de exigencia sin reparar en afinidades políticas que, en este caso, como se ha demostrado con creces, no ha servido para nada. Es responsabilidad de todos, incluso de una oposición política que no puede ver en la financiación deficitaria una grieta para debilitar al Ejecutivo autonómico, sino una necesidad de apoyarle y hacer frente común ante la pasividad de Madrid.