Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Arrantzales

No, no me refiero con este título a los que noblemente se juegan el tipo para ganarse el sustento saliendo a pescar en un Cantábrico casi siempre mal encarado, sino a la alegre muchachada que se dedica últimamente a fastidiar la existencia a sus convecinos con sus gamberradas. La última, esa ocurrencia de ir por ahí pinchando ruedas, rompiendo lunas y pintarrajeando chapas, con la excusa de alguna sobrevenida insolación de combate contra los automóviles de alquiler, en su continuada campaña contra todo lo que huela a turismo.

Habrá que convenir que sus progenitores les habrán pagado la mala educación de la que dan muestras con dineros que provienen de industria y negocios de allende nuestras costas, quizá de plantaciones de cacao o café o de algún otro vegetal de fácil venta. Lo que es evidente es que sus padres no parecen que dependan, como casi todo habitante de estas islas, bien directa, bien indirectamente, de este nuestro monocultivo turístico, porque seguro que si tal fuera el padre ya habría propinado a su vástago el correspondiente soplamocos, que es lo que merecen los redichos mozalbetes, y su señora madre ya les habría corrido a escobazos por el pasillo de su casa por jugar con las cosas de comer.

Estos arrantzales de la kale borroca de quelitas con sobrasada, creen que destrozando automóviles de alquiler están llevando a cabo una sesuda operación táctica, estudiada concienzudamente en el Estado Mayor de la Cafrería, que hará tambalear la industria balear; cuán errados están. Miren queridos niños, para empezar cuando ustedes localizan al blindado del nefasto enemigo en la forma de un coche de rent a car, desconocen si el paciente alquilador es Micky O'Hallaran de Cork, de vacaciones en Mallorca, o Tomeu Cremades, de Montuïri, padre de familia y currante, que ha tenido que alquilar ese coche por que tiene el suyo en el taller y por la mañana tiene que llevar a sus hijos al cursillo de verano antes de volver al trabajo. Que por si no sabéis lo que es, se trata de pasarse varias horas al día doblando el lomo y haciendo algo que no es de mucho agrado para conseguir dinero con que alimentar a sus hijos y darles educación suficiente para que no se conviertan en tarados sociales que se emplean en la causación de perjuicios. Es decir, no sabéis a quién estáis fastidiando, si a un enemigo de la Roqueta en forma de turista o a un sufriente conciudadano que debe padecer, además de los impuestos, las consecuencias de vuestro "fuego amigo". Pero además si pensáis que con vuestra acción le causáis un daño a la empresa arrendadora, la volveréis a cagar, porque esos daños van a la cuenta de resultados de esa sociedad o de la aseguradora del automóvil, rebajando los beneficios, y sabéis que, a menos beneficios menos impuestos. Así que cuando veáis que no hay dineros suficientes para sufragar los gastos de sanidad (está claro que los de educación os la trae al fresco), no os va a quedar más remedio que daros cuenta de que no es por culpa de Amancio Ortega tal falta de numerario estatal, sino que es algo en lo que vosotros con vuestras travesuras y chiquilladas habréis colaborado en conseguir. Además, les daréis a los empleadores del rent a car o de la aseguradora la excusa que necesitan para dejar sin empleo a una o dos criaturas que de allí sacan su sustento, por aquello de que como no se han tenido los beneficios esperados, pues hay que despedir a alguien. ¿Qué? ¿Contentos?

Pues, seguid así, que cuando os hayáis cargado del todo el turismo podremos volver al campesinado y a la pesca, porque lo de las alpargatas y los zapatos ya no da trabajo y el asunto de las perlas no aporta cuartelillo para que todos curremos en esa industria. Y es que aquí ya no queda nada más, y la verdad no os veo a ninguno de vosotros recogiendo patatas en las tierras de Sa Pobla a pleno sol o almendras en el Raiger. Lo de la vuelta a las raíces, que suena muy romántico, ya lo intentaron los Jemeres Rojos en Camboya y salió como salió. Así que dedicaos más bien a mejorar vuestras existencias y dejad que vuestros semejantes hagan lo propio con las suyas. No fastidiéis más, porfa. Siempre digo que Moisés se debió dejar olvidado un mandamiento más en la cumbre del Monte Sinaí, que por eso no se enseña ni en las iglesias ni en los colegios y que decía o debería decir: "Y el decimoprimero, no molestarás a tu prójimo". Pues eso.

Compartir el artículo

stats