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Antonio Papell

O pacto a la portuguesa o nada

El miércoles pasado, Francesc de Carreras consideraba inviable en un artículo que el PSOE pacte con un partido como Podemos, que es, según un reciente trabajo de Manolo Monereo (uno de los referentes más venerados por Pablo Iglesias) en El Viejo Topo, "un partido-movimiento ágrafo: no tiene programa, no emite resoluciones políticas y sus órganos de dirección suelen refrendar lo que se discute y se decide en otras partes. Es el secretario general quien define y deslinda las grandes decisiones y lo hace en ruedas de prensa, en libros y, sobre todo, en informes orales de los que no quedan resúmenes escritos ni conclusiones. Saber lo que piensa Podemos no es nada fácil".

Ha de ser difícil, ciertamente, pactar con una organización de las características mencionadas, pero lo es todavía más cuando, según el mismo autor, la discrepancia entre quienes han intentado formar una coalición versa nada menos que sobre la pertenencia europea. Para Monereo „es decir, para Iglesias„, para las organizaciones de verdadera izquierda, "gobernar, aquí y ahora, exige plantearse en serio cambiar las relaciones de España con la UE; es decir, prepararse para un conflicto especialmente duro, claro está, siempre que se esté dispuesto a realizar reformas de verdad y no meras correcciones del modelo".

Y Monereo descubre que en este asunto está la incompatibilidad porque el PSOE es fervientemente europeísta: "Si algo ha quedado claro, antes y después de las elecciones „sigue diciendo el analista en El Viejo Topo „, es que el gobierno de Sánchez considera los "criterios" de la Comisión Europea punto de partida imprescindible para la gobernabilidad del país. No nos engañemos ni tampoco engañemos; el contenido del consenso de los poderes económicos son las reglas que vienen de Bruselas. La soberanía limitada de España es la condición de su fuerza y su capacidad para influir en los gobernantes. ¿Alguien cree, a estas alturas, que se puede nacionalizar el sector eléctrico sin enfrentarse a la Comisión? ¿Alguien cree realmente que se puede intervenir el sector financiero y crear una banca pública con la aprobación de Bruselas? Se ha dicho que un gobierno de izquierdas tiene que escoger entre traicionar o perecer. Lo que queda claro es que debe elegir entre resolver los problemas vitales y reales del país y sus gentes y unos criterios impuestos por los poderes económicos europeos".

Descubre, en fin, Monereo que junto al PSOE no se puede hacer la revolución, ya que "el sistema no admite reformas sustanciales, reformas estructurales o reformas no reformistas como nos planteó hace muchos años André Gorz. El pensamiento único neoliberal se ha convertido en política económica única que todos los Estados, de una u otra manera, están obligados a realizar". Dicho así, suena muy duro; la realidad es más llevadera: por voluntad propia, estamos en una Europa federalizante basada en una versión avanzada de aquel "consenso socialdemócrata" que sacó a Europa de las ruinas tras la Segunda Guerra Mundial y la derrota de los totalitarismos. Y este modelo nos ha situado en una envidiable posición en el mundo, a pesar de que tengamos problemas internos qe no son en absoluto imposibles de resolver.

La oscuridad del mundo de Pablo Iglesias lleva a Carreras a rechazar tácitamente cualquier alianza con Podemos. Probablemente esta afirmación sea inexorable no por la tenebrosidad del mensaje sino por la causa citada, porque Podemos no acepta esta integración europea que los demás no vamos a rechazar sino al contrario. En estas circunstancias, pienso como el ilustre constitucionalista que la opción Sánchez es "más cínica pero también más inteligente": "hundir a Podemos para recuperar votantes que hacia ahí se habían escorado, recibir el trasvase de votos de un Ciudadanos que se alinea con Vox, ocupar de nuevo el centroizquierda cediendo el centroderecha al PP para así volver al bipartidismo".

El proyecto es altamente tentador, el Partido Popular, regenerado y rejuvenecido, colaborará gustoso en el designio, y muy probablemente la representación política se vuelva más directa y expresiva después de cuatro años de franco desconcierto. Deberían ponerse manos a la obra.

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