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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

¿Y ahora qué? ¿Hacia dónde vamos?

El PSOE ha fracasado en su objetivo de obtener la investidura de Pedro Sánchez y un gobierno de coalición progresista. Como es lógico, el primer responsable es el mismo Sánchez, que es quien tenía el encargo del rey y que aceptó. Esto no quita que la responsabilidad tenga también otros protagonistas, especialmente de su socio preferente Unidas Podemos.

Era, y sigue siendo evidente que los votos de PSOE y Unidas Podemos no eran, ni son, suficientes para garantizar la investidura. Los caminos eran y son, varios. Primer entuerto, que la derecha española (PP y/o Cs) se abstuviera por motivos de "responsabilidad" y "sentido de Estado". Misión imposible entonces (y también ahora) a pesar de la insistencia cansina de los socialistas. Segunda senda, que los podemitas votaran a favor desde un acuerdo programático de gobierno de coalición, con la abstención (o voto a favor) de los grupos minoritarios (ERC, PNV, Compromís, Bildu...). Tampoco se ha producido esta circunstancia.

Unidas Podemos y su líder no es ajeno al fracaso de la investidura y de la formación de dicho gobierno de coalición. Se repite el fracaso del 2016. A pesar de que existiera, y sigue existiendo, un documento programático PSOE/UP que sirvió de base a los presupuestos que no pasaron la criba parlamentaria, las negociaciones se han percibido como un "juego de tronos" y una ceremonia de la confusión retransmitida a través de los medios de comunicación. La línea dura de UP no ha evaluado de manera adecuada los resultados electorales del pasado abril. El ganador, aunque sin la mayoría suficiente, fue el PSOE. UP sufrió una importante pérdida de escaños, situándose como la cuarta fuerza parlamentaria. A pesar de lo cual Pablo Iglesias planteó las negociaciones con los socialistas como un "reparto" de poder. Daba la impresión de que no se fiaba del PSOE y que la única garantía de que el gobierno de coalición propiciara políticas progresistas era la presencia, cuantitativa y cualitativa, de Unidas Podemos.

¿Y ahora qué? Se vislumbran escasas posibilidades de una salida airosa para las fuerzas progresistas si no cambian las actitudes y las estrategias, tanto de unos como de otros. Podemitas y socialistas, y viceversa, ¿tendrán voluntad y capacidad de superar desconfianzas personales y políticas? Además, en su caso, sería necesario que los partidos minoritarios mantuvieran el sentido de su voto, posibilidad complicada teniendo en cuenta la "previsible" sentencia del juicio del procés. Y esperar el apoyo de la derecha, como mínimo del PP, es esperar un milagro.

¿Vamos hacia unas inevitables elecciones en noviembre? Si la cosa sigue así, el país y nuestra comunidad quedarían absolutamente paralizados. A escala estatal: las pensiones, el debate en torno a la reforma laboral, el reto energético, el cambio climático, la ley mordaza, la reforma fiscal, la ley de dependencia, las políticas de igualdad y un largo etcétera, quedan bloqueados. Y a escala balear: el REIB, la financiación autonómica, el convenio de carreteras/tren la paralización financiera de los ayuntamientos (ley Montoro), la imposibilidad de mejorar los recursos de los servicios públicos básicos (sanidad, educación...), y para más inri con el Presupuesto de Rajoy prolongado. Y con un gobierno en funciones y un Parlamento fuera de juego, gestionar la previsible tensión política y social en Cataluña y en el resto del estado como consecuencia de la sentencia del Tribunal Supremo referida al procés.

Además unas posibles elecciones, de las que no se pueden prever los resultados, podrían suponer un descenso significativo de los votantes de la izquierda, desmoralizados y confusos. La realidad evidente es que cuando por primera vez nos encontramos con una derecha fragmentada y sin mayoría, los partidos autodenominados de izquierda han sido incapaces de unir fuerzas y generar un acuerdo de gobierno. Nadie quiere ser el culpable y nadie hace ni la más mínima autocrítica.

Lo mínimo que podemos y debemos exigir es que tanto unos como los otros sean responsables. La esperanza es lo último que se pierde.

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