La madre que me parió -y el padre que me engendró- debería ser la exclamación correcta para referirnos a una cierta cobertura familiar pero la realidad es que los casos de exclusión social y riesgo de marginalidad siguen siendo familias "monomarentales" con hijo, hijos u otros familiares a su cargo. Estas situaciones son más o menos duras, y "a cargo" no siempre significa más carga que la de la subsistencia en términos de economía, pero es motivo más que suficiente para estar a su lado como sociedad y sobre todo desde las instituciones públicas.

La foto de la pobreza y las cargas familiares en su amplio sentido sigue teniendo rostro de mujer. Un rostro que pocas veces lo cuenta todo, porque si lo hace le ayuda poco o nada o por el contrario, le perjudica. En este sentido, por ejemplo, la conciliación familiar daría mucho que hablar. Estas necesidades no son subjetivas, las plasman las estadísticas y también las puedo confirmar personalmente por el día a día de la Oficina de la Defensora donde tratamos situaciones extremadamente duras que nos cuentan las mujeres entre lágrimas. Mujeres de diferentes edades, mujeres de diversas nacionalidades, de distinta procedencia social, cultural, económica€ a quienes "la vida", decisiones y circunstancias han llevado a "un callejón de salida complicada".

Ciertamente es una foto estremecedora y por ello debemos de "dar la cara" por ellas y seguir reivindicando una justicia social equitativa para los más vulnerables más allá de fechas marcadas o periodos electorales, una señal de alerta, un alto en el camino porque la consciencia sobre las injusticias en nuestra sociedad debe generar una respuesta sin titubeos en nosotros y se debería ver en la práctica. No podemos imaginar, y mucho menos pensar en un mundo distinto desde una falsa expectativa o esperanza de que "alguien hará algo", una vez más, o somos parte de la solución o somos parte del problema''.

Quizás eso pasa por el hecho de que un propietario se piense dos veces subir el precio del alquiler porque él sí puede vivir con 100 euros menos al mes pero a esta inquilina con su niño le quitas la merienda escolar o la vestimenta para el verano o quizás el hecho seria acompañar a esa niña de la vecina al colegio cuándo su madre no lo puede hacer. No obstante, el peso mayor sin duda debemos inclinarlo hacía el lado de las administraciones públicas.

El horizonte para llegar a una mayor equidad y justicia se ha de poder vislumbrar como una realidad posible, debería ser como el agua del mar que toca a tus pies y sabes que también alcanza el horizonte. La construcción de las políticas que han de marcar el camino de las administraciones en sus funciones, no es nada fácil y "la foto del rostro de la mujer" pierde color y calidad hasta desparecer en debates a veces ideológicos que no le ayudan en su día a día.

Las dos cosas han de ir de la mano aunque espero que a estas alturas entendamos que el asistencialismo, a veces imprescindible, debe "ajustar la balanza" en términos de equidad.

Nuestra ecuación, quizás utópica, empieza en nuestra orilla con el compromiso de todos nosotros y la actitud atenta de las administraciones, porque a todas nos moja el mismo mar y nuestra orilla es el horizonte de muchas personas que, como nosotras, aspiran a un bienestar social que supuestamente garantiza el Estado de Derecho. Que tengamos un feliz verano sin olvidar de contemplar el horizonte al menos una vez al día.