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Viñetas censuradas

La autocensura en un país en el que 'The New York Times' acaba de despedir a sus dibujantes

Me ausento unas semanas de España para visitar un país en el que no hay libertad de prensa y a mi regreso me encuentro con que The New York Times acaba de despedir a sus viñetistas por publicar un dibujo donde el primer ministro de Israel, Netanyahu, aparece como perro guía del presidente de los EE UU, Donald Trump. El autor de la viñeta era el portugués Moreira Antunes que la había publicado en la revista Expresso y difundida por el periódico neoyorquino. Parece que este dibujo generó una ola de protestas de los grupos de presión, acusando al diario americano de antisemita. El diario se defendió (malamente) no sólo despidiendo a sus propios dibujantes sino eliminando la sección de dibujos críticos del periódico y pidiendo perdón por haber publicado la viñeta.

Venir de un país en el que todas las noticias son buenas, con inauguraciones beneficiosas para la población, mejoras en la sanidad, reconstrucciones necesarias y demás hechos afortunados (los contrarios no se mencionan), y encontrarse con una autocensura en un país democrático y en el que un diario, que es el espejo en el que se miran otros muchos, actúa de esta forma, es como para regresar de donde vine para no tener que coger algún tipo de cabreo. Porque cuando sabes que en un país no hay libertad de expresión no esperas nada especial, pero cuando llegas a una zona geográfica donde los medios son el contrapeso necesario de las acciones de gobierno y ves este tipo de bajada de pantalones, como se suele decir vulgarmente, te das cuenta de que algo está empezando a fallar en las libertades en general. Que el camino recorrido, tal vez en los últimos tiempos, desde que en 1974 Nixon fue obligado a dimitir por sus desmanes políticos y la presión de varios periódicos, entre ellos el que nos ocupa, parece que no ha servido de nada, y estamos en un punto de inflexión a partir del cual van a tener más influencia sobre los medios algunos grupos, supuestamente agraviados, que el sagrado derecho a la información libre y veraz que solicitan los lectores, usando para ello los diversos estilos y fórmulas, errores incluidos. The New York Times, si en vez de pedir perdón y anular la sección de viñetas, hubiera explicado el significado del dibujo habría dejado claro que la opinión en libertad, tanto la literaria como la gráfica, están por encima de las influencias sectoriales de las sociedades más o menos poderosas. Porque no es éste un hecho baladí en una cultura informativa como la americana, tan vinculada, obviamente, con la europea, donde algunas ideologías políticas, incluso en España recientemente, están copando espacios de poder que tal vez, desde acabada la Segunda Guerra Mundial, no sucedía.

Y en ello están teniendo mucha influencia las redes sociales, esa especie de grillera donde alguien critica algo y parece que lo firma un sacrosanto analista internacional de reconocido prestigio, no por la forma y el fondo empleados, sino porque la mayoría se apunta a lo mismo por el solo hecho de tocar las narices y sin hacer ningún tipo de reflexión. Como las define Pierre Kroll, dibujante de Le Soir: "Las redes son un psiquiátrico sin enfermeros". Y de esos espacios virtuales salen temores y amenazas que muchos medios se toman en serio y huyen como perros apaleados, en vez de responder con la razón de la coherencia y con la urgencia del dominio de un espacio que no puede ser sustituido ni por la zafiedad de algunos, por la rabieta de otros, y mucho menos por las amenazas solapadas de aquellos atrincherados tras la ignorancia o el anonimato.

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