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Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

Atascos

El multipartidismo ha sumado el colapso a los males de la política, partitocracia, corrupción, clientelismo e incompetencia

El sistema político está atascado. Conjeturo que pueden ser muchos mis conciudadanos que coincidan con esa opinión. Los males de la partitocracia, corrupción, clientelismo, incompetencia, no han desaparecido con el final del bipartidismo; al revés, con el multipartidismo se han incrementado, y se ha incorporado otro: el atasco político. Y es que los males de la partitocracia sólo pueden remediarse reduciendo el poder de los partidos, democratizándolos y empoderando a los ciudadanos. El invento de las primarias, impecable en una república presidencialista como la americana, aplicado a un sistema parlamentario de listas sólo consigue deteriorar la democracia pues crea liderazgos cesaristas y demagógicos sin ningún tipo de control intermedio: el líder y los afiliados. Según Francesc de Carreras es el triunfo de Rousseau frente a Tocqueville.

¿Es que acaso no están atascados en el ayuntamiento Madrid, donde Vox amaga con abstenerse en la elección de la presidencia de la comunidad si PP y Ciudadanos le siguen ninguneando? La excusa del alcalde es que en el pacto secreto entre Vox y PP (¿por qué secreto?) se habla de concejalías delegadas para Vox y no concejalías de gobierno; como si no fueran una misma cosa. La liturgia del verdadero poder requiere autenticidad y exige respeto. Eso que ofrecen PP y Ciudadanos, fingiendo unos que se reúnen con Vox y no pactan y fingiendo los otros que una concejalía con competencias delegadas del alcalde y, por tanto, con competencias de gobierno, no lo es sino todo lo contrario, no es democracia, sino una perversión de farsantes, una vergonzante parodia que abochorna a cualquier votante de espíritu medianamente civilizado.

¿Es que no están atascados en Barcelona, donde la alcaldesa acaba de perder la mayoría absoluta con la que fue elegida tras abandonar Corbacho a Valls? ¿Es que no está en peligro la democracia cuando los que reclamaban ayer el poder para la lista más votada, ahora defienden la regla de la mayoría de concejales o diputados? No creen en nada, tanto les da cinco como cincuenta; lo único que cuenta: el poder. ¿Es que no está en peligro la democracia cuando los seguidores de Junqueras, el apóstol de la paz y la concordia, el que se define como demócrata y buena persona, insultan a la adversaria política con apelativos como traidora, puta, zorra, guarra, etc.? ¿Cuando los que bravuconean con la tontería de que democracia es votar dirigen organizadamente el odio hacia quien ha reunido más votos? ¿Qué democracia es ésa en que el atributo que más la define, la tolerancia, ha sido sustituida por el odio?¿Qué democracia es ésa en que la plebe revolucionaria (sic) se dirige al presunto ganador de las elecciones (César) al grito de “¡con Rivera no!” como si estuvieran en Roma y reclamaran la muerte de Pompeyo?

¿Es que no está atascado Sánchez ofreciendo cargos político-administrativos (sic) a sus odiados socios preferentes? ¿Acaso no lo está Iglesias suplicando un ministerio para seguir vivo?¿No lo está quien reclama abstenciones a C’s y PP que le hagan presidente sin hacer, a cambio, una oferta programática, para pactar después la política que le plazca con los independentistas? ¿No lo están los socialistas pactando con ERC, PDeCAT, Bildu, en Badalona y Navarra, con los que pretenden destruir el Estado? El atasco no es la vetusta ideología, es el poder.

¿No estaban atascados PSIB, Més y Unidas Podemos en la negociación para reeditar el pacto de izquierdas? Un paripé. Que si una conselleria más; que si ofrecen Més uno de los cargos unipersonales y, a los otros, con más diputados, no; que si el PSIB ha recibido una llamada telefónica de Madrid; que si con 20 diputados quieren un gobierno en solitario. Sin participación en el botín no hay vida. Donde no parecía haber atasco era en el desistimiento de los planes previstos de carreteras, cinturones o desdoblamientos. Todos de acuerdo, con alguna reserva del PSIB.

No puedo hablar técnicamente de ningún plan de los que tienen excitados a los ecologistas, a los Podemitas y al independentismo mallorquín. Sólo de mis impresiones. Unos conocidos, comerciante mallorquín él, con negocio en Palma, profesora ella, residentes en un pueblo del interior, amantes de la naturaleza, gente concienciada, me confesaron que abandonan Mallorca, se van a vivir a un pueblecito de Ávila donde confían en recuperar una vida alejada del estrés. Me comentan que tardan hora y media en poder acceder a Palma, con atasco diario. La vía de cintura es un colapso permanente. Lo mismo para volver a su casa. En el telediario anunciaron que Palma es la segunda ciudad española con más atascos, tras Barcelona. Yo, perdónenme, empecé a conducir en una ciudad, Palma, donde no existían los atascos. Aspiro, como mis conocidos, a una vida con menos estrés, menos aglomeraciones, menos densidad de visitantes. Ya sé que la vida es imperfecta. No aspiro a la perfección pero creo que es lícito aspirar a la mejora. No puedo ni quiero resignarme a la ecuación: mejora viaria igual a más población y más estrés. Para evitarlo estarían las instituciones con todo su poder normativo y sancionador. Es de un sadismo diabólico condenarnos al estrés permanente con la excusa de la ecología. De acuerdo, limitemos el crecimiento, pero resuelvan de una vez esa tortura diaria.

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