Diario de Mallorca

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Parece que la mitad del planeta está conectada ya a internet; la otra mitad aguarda turno para no perder comba. De tal suerte, la red de redes terminará por fagocitar toda la realidad existente, tanto la que se ajusta al planeta de ahí fuerza como a la virtual, la que queda dentro de nuestras cabezas pero sale a pasear de la mano de las redes sociales. No es raro, pues, que a alguien se le haya ocurrido la idea de hacerse con la divinidad por vía wifi, adoptando a tal efecto el nombre de Dios Tuitero; un dios con mayúsculas, faltaría más, que disemina su palabra a través de un nuevo libro santo a añadir a los propios de las religiones que usan un volumen escrito como referencia: las de judíos, cristianos y musulmanes, citados por orden de aparición. Aunque en realidad el Dios Tuitero no añade un libro más; lo que hace el suyo, de título La Biblia según Dios, aparecido hace cuatro años, es trasladar el original al lenguaje de los 140 caracteres de Twitter, la vía preferida por el presidente Trump para difundir sus ideas políticas (en el supuesto de que eso no sea un oxímoron). El Dios Tuitero asegura que una vez que has leído su libro es como si hubieses hecho lo propio con el original, y al menos ha convencido de que es así al medio millón largo de seguidores con los que cuenta en Twitter.

Eso de reescribir la Biblia de otra forma tiene sus precedentes. Un abogado catalán, José María Carulla, puso en verso el libro santo -parte de él- en el siglo XIX y logró con sus esfuerzos que el Vaticano le concediese la Cruz del Mérito, no sé si religioso o poético. Me sé de memoria uno de sus versos porque mi padre lo citaba a menudo -"El niño Jesús nació en un pesebre; dónde menos se piensa, salta la liebre"-, aunque tampoco pondría la mano en el fuego en defensa de que no se trate de un invento de quien amaba crear historias que se incorporaban de inmediato al canon del anecdotario celiano.

El Dios Tuitero se refugia en el anonimato, cosa lógica porque la divinidad pierde mucho cuando sale en las fotos, pero difunde imágenes santas cargadas de irreverencia como la de Jesucristo con camiseta pop. Aun así, afirma que no está en sus intenciones las de ofender a nadie. Se limita -sigo con sus palabras propias- a repasar los capítulos de la Biblia añadiéndoles un toque irónico. Y redactando su texto en primera persona, tal y como cabría esperar cuando es el mismo Dios omnipotente quien aparece como autor. Por desgracia no tengo a mano el volumen, por lo que me veo incapaz de certificar hasta qué punto cumple su objetivo de permanecer fiel al original pero, si crear el mundo en seis días parece una tarea hercúlea, contar en 140 caracteres el empeño tiene que resultar todo un récord de concisión. Igual Trump, si entera de su existencia, ficha al Dios Tuitero para que le resuma también en Twitter la Enciclopedia de Diderot y Dalambert. Es hora de adaptar al mundo postmoderno la Ilustración.

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