Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Más líos

Un referéndum es un instrumento político que presume de democrático y está cargado de voluntad antidemocrática. Las dictaduras lo usan para disfrazarse de lo que no son y los que ya tenemos una edad recordamos algún referéndum del franquismo y sus adhesiones inquebrantables. Por su parte, el asamblearismo lo utiliza como armamento para ir dando golpes de mano hasta lograr su objetivo final, que también suele ser antidemocrático.

Lo numérico es la primera trampa: ¿50%+1? ¿60%? ¿75%? ¿A qué se le da categoría de mayoría en un referéndum y con qué argumento? ¿El abuso de la estadística, que decía Borges? ¿No va contra el sentido de la justicia que un 60% se imponga a un 40% que piensa diferente? ¿De verdad es el referéndum el mejor recurso para cambiar las cosas civilizadamente? ¿Y qué ocurre después con los que lo pierden, si no han sido ellos los instigadores y promotores del referéndum? Vae victis...

Miremos el Brexit, un referéndum que no ha dejado contento a nadie y lo único que ha hecho ha sido dividir en dos a la sociedad británica de forma tan extrema como inútil. Con un muerto -una diputada de los Comunes que defendía la permanencia en la UE- en un tumulto fluvial durante la campaña. Porque esta es la consecuencia principal de cualquier referéndum: partir a la sociedad en dos, o bien corroborar que está partida en mitades antagónicas y que sea lo que Dios quiera (y en este caso no es Dios sino su contrario quien actúa). Mientras tanto, los que ponen a su sociedad en el brete suelen irse de rositas. Recuerden al prémier Cameron: ¿qué se hizo de él? Todo lo emponzoñó, el Brexit y Escocia, con dos referéndums nacidos de la pura inconsciencia; nada se solucionó tras ellos, al contrario. ¿Alguien le ha pedido explicaciones? Lo digo porque el hecho de que se largara a su casa tras perderlos no me parece que sea suficiente. La responsabilidad en la vida pública debería de ser otra cosa.

Hay algo en principio inexplicable que es la ligereza y la frivolidad con las que las mal llamadas élites, en los momentos de crisis, complican la vida a las sociedades que en teoría deberían estabilizar y mejorar. Cuando el lío ya es morrocotudo, o bien desaparecen del mapa o se lavan las manos como Pilatos. Como decía la madre de un asesinado en la guerra de Osetia, hace años: "Las bombas nunca caen en los despachos de los políticos". Efectivamente: y los generales pactan como caballeros y las élites cambian de país pero no de modo de vida enseguida que el ruido anuncia lo peor. Esto ha sido y será así toda la vida: hace pocos días los procesados en Madrid se escudaban tras el deseo de su pueblo para defender lo que hicieron. Nada cambia nunca y en las cosas serias, lo mejor con los políticos es no poner a prueba su mediocridad porque no suelen desengañarte. Aunque haya veces en que aquél del que no te fías ni un pelo se comporta como un verdadero hombre de Estado y aquel otro que encontrabas tan sensato esconde la cabeza bajo el ala y espera a que amaine mientras truena. La vida siempre tiene su punto de misterio y como tal, no se ampara en la lógica.

Pero sin abandonar Gran Bretaña -nación, monarquía y literatura que siempre he admirado de puertas adentro- no parece que Theresa May lo haya hecho bien y Jeremy Corbin menos aún, ante quienes debían hacerlo, que son los que el novelista William Boyd definía en Le Monde hace unas semanas como "los ayatolás del Brexit, sus mentiras interesadas y su propaganda irresponsable". Ahora bien: ¿ha sido Gran Bretaña leal con la UE mientras ha formado parte de ella? No estoy muy seguro. Incluso da la impresión de que esa salida a lo bestia que predican los partidarios del Brexit duro no es más que la última consecuencia del continuo torpedeo contra la UE que ha practicado Gran Bretaña desde dentro de la misma UE. ¿Quién, si no, abrió las puertas de la UE a países del Este que no estaban preparados para entrar y que poco bueno han traído? Al otro lado del canal de La Mancha está la respuesta y ya hemos visto el entusiasmo de Trump por el Brexit y sus promesas de grandes contratos económicos como premio a los británicos por abandonar la "estúpida y complicada" Europa. Mientras tanto, rueda la ruleta y saldrá el cero, no lo duden: todos perderemos.

Compartir el artículo

stats