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Jose Jaume

Desde el siglo xx

José Jaume

Cuanto más tarde en irse, peor para el PP

La reunión de perdedores entre PP y Ciudadanos para repartirse las migajas del pastel municipal compone el cuadro de la desolación, de lo que le aguarda a los populares en el cuatrienio que mañana se inicia

Observando con cierta calma la foto de la reunión entre los dirigentes mallorquines de PP y Ciudadanos, en la que proceden a pactar no se sabe qué más allá de los pocos ayuntamientos en los que sumando obtienen la alcaldía, refleja nítida la nueva hecatombe vivida por la derecha el 26 de mayo. Biel Company, que cuanto más tarde en disiparse peor será para el PP, presidente regional del partido, aparece desfondado, que es como está, sin capacidad no ya para esbozar una oposición solvente a la mayoría socialista en todas las instituciones de Mallorca, sino ni tan siquiera para intentar taponar los múltiples boquetes que dejan al PP tan zaherido, que ni se acerca a pálida sombra de lo que fue. Frente a Company ,el diputado de Ciudadanos Juan Mesquida, el hombre que quiso liderar el socialismo balear, para después, insensatamente, postular su nombre a secretario general del PSOE; ha acabado en organización que se abraza a la extrema derecha, tanto en Andalucía como en Madrid y donde sea menester. Hay viajes que resultan imposibles. El de Mesquida lo es, aun habiéndolo realizado. No resulta tan estrambótico sabiendo que pasó del nacionalismo aguerrido al españolismo de rompe y rasga.

Atendiendo a lo importante: Company tiene ejemplos a los que emular: Mateo Isern en Palma y José Manuel Ruiz en Calvià. Ambos, constatado el desastre electoral, han desaparecido raudos. Uno y otro han aceptado que no pueden ni deben permanecer donde ante todo son estorbo. Isern lo ha hecho al fracasar la apuesta que en él hicieron los hoteleros mallorquines, incapaces de darse cuenta de que para jugar a ser lo que fue Juan March es imprescindible ser Juan March. Ni uno solo de los que le condujeron a presentarse posee un átomo de las legendarias capacidades que colmaron al financiero. Ruiz deja Calvià con más elegancia que la exhibida por Isern.

¿Por qué Company se hace culo di ferro? Sabe que, tanto en Mallorca como en Madrid, se lo quieren quitar de encima, que es un peso muerto, sobra; sucede que el PP sigue siendo un partido esencialmente vertical, en el que el presidente difícilmente puede ser removido si se empecina en quedarse. Company ha dicho que se irá cuando estime oportuno, que a él no lo descabalga la prensa; con esas hace que negocia con Ciudadanos y se dispone a dar la réplica a una crecida Armengol en la sesión parlamentaria de su segunda investidura. Todo fuera de lugar, un punto patético. Se argüirá que solo ha fracasado una vez en las urnas, que su mal resultado es similar al obtenido por el PP en España. Ocurre que en otros territorios la suma de las derechas dan para lo que en Mallorca no. En Madrid, los desastrosos resultados del PP quedan subsumidos en que, por deferencia de Ciudadanos y Vox, tendrán la alcaldía y la presidencia regional.

En Mallorca las cinco ciudades más pobladas están en manos de las izquierdas: Palma, Calvià, Marratxí, Manacor e Inca. Otras localidades importantes entran en el cupo de El Pi, con el que el PSOE establece alianzas que van más allá de 2023: Felanitx y Andratx, plazas de mucho interés, entre otras. El poder municipal del PP siempre fue sustantivo, ya no: a la orfandad en el Gobierno balear y el Consell de Mallorca hay que añadir la de los ayuntamientos. Por eso la foto del pacto PP-Ciudadanos es la de un esperpento: acuerdan presentar iniciativas conjuntas en la Cámara, donde la izquierda ostenta la mayoría absoluta; además está El Pi, que no es un mero apéndice (otro objetivo frustrado del PP) y Vox, que se hará oir, complicando la existencia a PP y Ciudadanos, que en Andalucía deben adquirir su tóxica mercancía ideológica, que incluye execrar los contenidos programáticos de la lucha contra la violencia de género (la denomina intrafamiliar), y mamarrachadas diversas.

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