Los ciudadanos participaron en tres elecciones en 2015: autonómicas, municipales y generales. Al año siguiente volvieron a las urnas ante la imposibilidad de Mariano Rajoy de formar gobierno. Ahora, y con menos de un mes de diferencia, han votado el Parlamento español, los ayuntamientos, doce cámaras autonómicas y el Parlamento Europeo. En el mismo lapso de tiempo, los catalanes fueron convocados a las urnas en 2015 y 2017 -sin contar el referéndum-, y gallegos y vascos en 2016. Una media de tres citas anuales.

Los votantes tienen derecho al hartazgo. Merecen un respiro. Es hora de que los políticos se dediquen a la política, que consiste en solucionar los problemas, y se olviden del politiqueo.

Señor alcalde o alcaldesa de Palma, Abel Caballero ha logrado el mayor respaldo electoral en una gran ciudad gracias al contacto permanente con la calle. Libreta en mano escucha a los vigueses y coloca el banco solicitado o repara la farola estropeada. Quizás José Hila, más que probable primer edil, deba centrarse en borrar las pintadas que afean la ciudad, tal y como denuncia a diario Arca, a recorrer las calles para exigir que se limpie más allá del centro y a que las aceras rotas no se eternicen.

Probablemente le ilusione proclamar que la capital mallorquina es friendly algo o seguir enredándose con sa Feixina. Si le resulta imprescindible, persevere, pero sus vecinos le agradecerán que se ocupe intensamente de los problemas cotidianos.

Señor alcalde o alcaldesa de un pueblo pequeño, mantenga las puertas abiertas de su despacho y patee varias veces por semana la calle para detectar las demandas de los administrados. Es la única forma de seguir ganando. Si sueña con ser conseller o, ¿por qué no?, ministro no se lo haga pagar al pueblo. Desde los tiempos de Miquel Ramis en Alcúdia se sabe que quien abarca demasiado, pierde elecciones.

Señora probable presidenta del Consell, Catalina Cladera, dicen que dirigirá el auténtico gobierno de Mallorca. Llene de contenido el mantra repetido hasta la saciedad por Maria Antònia Munar y Miquel Ensenyat. Que las carreteras sean más seguras, que las señales verticales estén limpias y la pintura de la calzada impecable. Que se note que tiene las competencias de patrimonio y cultura. No se enreden usted y sus socios en discusiones bizantinas, ocúpense de la vida real.

Quizás tenga la tentación de colocar a afiliados y simpatizantes que se han quedado descolgados o que llevan años, o no tantos, soñando con recoger el fruto del trabajo para el PSOE. No escuche los cantos de sirena. Busque personas competentes. No cree ni una plaza inútil.

Más que probable muy honorable presidenta del Govern, Francina Armengol, de entrada pacte cediendo lo justo. Que del acuerdo surjan un Ejecutivo eficaz y una mayoría parlamentaria sólida. Los baleares no merecen que las disputas entre partidos distraigan las energías necesarias para los retos de futuro. El turismo seguirá siendo nuestro maná, pero hay que estar atentos a los cambios que experimenta. El brexit, cada día más complejo, puede minar las cuentas de resultados y el empleo. Balears debe prepararse para lo peor. La economía necesita diversificarse. Hace cuatro décadas que se repite la advertencia, esperemos no llegar tarde cuando sea inevitable. Cohesionar una sociedad compleja no es un reto futuro, es el desafío de hoy mismo.

Cerrado el inacabable periodo electoral ha llegado la hora de los problemas de la gente. Si lo olvidan, lo pagarán en la próxima cita con las urnas.