Solo existe una amenaza superior para Mallorca que el cambio climático, las medidas contra el cambio climático. Si el calor creciente de la época estival empieza a disuadir a los bárbaros del Norte, la aviación comercial es el primer objetivo a abatir por los ecologistas, para frenar al planeta desbocado. La ministra verde sueca Alice Bah Kuhnke, de origen ghanés, hizo campaña en las europeas del pasado domingo anunciando que cubriría los trayectos entre Bruselas y Estocolmo en tren. No quiere aumentar su huella de carbono, que ha sustituido al índice de colesterol en el catálogo de los pecados capitales.
Si la política sueca viaja a Mallorca, también lo hará en tren. Los suecoalemanes que han comprado casa en Palma seguirán su ejemplo. Pronto, la inmensa mayoría de los turistas se desplazarán a nuestras playas por ferrocarril. Disfrutaremos del turismo más medioambiental y sostenible del planeta. Conviene aclarar que no planteamos un caso aislado. La niña de El exorcista escandinava, que aterroriza a los dirigentes del planeta con sus apocalípticas proclamas robóticas, también ha perdido el miedo a volar negándose a ser nefelíbata. "He dejado de viajar en avión por convicción, porque no quiero decir una cosa y actuar de otra manera".
Estos apóstoles del viaje a Mallorca en tren se someten a trayectos de días enteros, con tal de evitarse un vuelo de dos horas. De repente, nuestra gran ventaja como un Caribe de proximidad se convierte en una barrera infranqueable. Añoraremos los tiempos en que los adolescentes se limitaban al botellón y a increparnos ebrios mientras amenazaban con abrirnos las carteras. Ahora nos abrirán las bolsas de basura para cerciorarse de que ya no comemos carne. En cuanto a los adultos que celebran a sus crías ingeniosas, tendrán que elegir entre el fin del mundo y el fin de mes. Uno de los dos está programado para hoy.
