En la portentosa El mundo deslumbrante, Siri Hustvedt, que el miércoles obtuvo el "Princesa" de las Letras, intenta casi demarcar un nuevo dominio para la novela.
Ese ámbito buscado viene de la multiplicación casi exasperante de voces y registros, pero también de la apertura de campos temáticos que explora a fondo, sin caer en la impostación del ensayismo, en concreto el mundo de la vanguardia artística y la marginación femenina en ese mundo. Siendo como es tan aficionada a buscar inesperados reflejos en las cosas, e imaginando uno que aquella marginación la refiera, en el fondo, a la escritura y las escritoras, este premio sería, a la vez, recompensa y desquite.
Bromas aparte, y más allá de mensajes morales, lo que hace esta autora es golpear las palabras y sus combinatorias hasta lograr, trascendiendo la propia historia, dar cuenta de dimensiones poco observables de la vida. O sea, arte.
