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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Si gobiernan, habrá hermanos mayores

El PSM reinventado, Més, se atreve a proclamar que en un hipotético gobierno de las izquierdas no habrá hermanos mayores. Como casi siempre confunden deseos con realidades

En el Evangelio de Mateo la setencia es taxativa: "el que tiene oídos para oir, escuche; ojos para ver, vea". En Més, poseedor de inclaudicable gen clerical, deberían aplicarse la máxima evangélica: después del domingo habrá hermanos mayores en el campo de la izquierda y no serán ellos: la primogenitura de la izquierda la tiene garantizada el PSOE. Més podrá incluso añadir grados a su mortificación penitencial: Podemos está en disposición de relegarlos al desvaído papel de terceros en la cuenta de resultados. Miquel Ensenyat, candidato a la presidencia de la Comunidad Autónoma, que de citas evangélicas anda sobrado, declara que se trata de establecer "pluralidad en las instituciones", lo que se traduce en reparto de presidencias, añadiendo el voluntarioso "sin hermanos mayores ni hermanos pequeños". Como declaración de intenciones puede valer, pero Ensenyat y sus conmilitones dejan de lado lo que es insoslayable: el resultado electoral del domingo. De él depende que, de dar la cosecha, se formen mayorías de izquierdas y cómo estas se diseñan. Los nacionalistas, hoy soberanistas, se tendrán que ajustar a lo que las urnas establezcan. Una contundente representación institucional del PSOE no se soslayará, aunque siempre les queda la alternativa de decantarse por el estropicio. No hay que ignorar el odio cainita que profesan a sus socios del campo al que denominan españolista. Pero forzar las cosas hasta hacer inviable las mayorías llamadas progresistas parece inviable. Volver a hacerse con la presidencia del Consell de Mallorca y compartir la alcaldía de Palma, de no mediar graciosa concesión del PSOE, de atender a los pronósticos, no les será tan fácil.

La reconfiguración del marco en el que se desenvolverá la izquierda mallorquina corre parejo al que se vive en España. El PSOE requiere de la colaboración de Podemos y alguien más, pero es evidente que es quien marca el diseño a establecer para la legislatura. En 2015, después del primer hundimiento del PP, al pasar de los 35 diputados en el Parlament a 20 y perder Cort, los resultados posibilitaron a Més decirle al PSOE lo que ahora osadamente proclaman, que no había hermanos mayores. El reparto obedeció a tal premisa: aunque los socialistas ocuparon la presidencia de la Comunidad Autónoma, se vieron obligados a ceder las de los consells de Mallorca y Menorca y compatir el despacho de munícipe principal en Palma. El resultado que se atisba para el domingo no se le parece: está previsto un sustancial incremento del PSOE acompañado de un descenso de Més, a lo que hay que añadir que Podemos quiere formar parte del Ejecutivo balear. El reparto de papeles no será el mismo, y en él, el que corresponda Més tenderá a verse disminuido en importancia. Pasará a ser actor de reparto, importante, pero secundario. A los clérigos del partido nacionalista, siempre dispuestos a que se crea que su importancia social es muy superior a la que le otorgan los votantes, que se les recuerde la realidad suele enervarles, porque su dogma es el de que son los únicos depositarios de determinadas esencias. Se topan una y otra vez con la tozudez de unas urnas que nunca les han sido en exceso proclives. Las del domingo no se apartarán de la norma.

Acotación complementaria.-La consigna que se imparte en el PP balear es la de que se huele la remontada. Insuflar algunos ánimos, una cierta esperanza, a las alicaídas huestes de la derecha conservadora se ha hecho necesidad imperiosa, casi cuestión de vida o muerte. El maremágnum existente en el campo de la derecha es muy importante. El PP pugna, al menos, por ser el primero en su seno, porque acepta como irremediable volver a ser superado por el PSOE. Se conforma con revertir el humillante orden de llegada de las generales; y, de hacerse audible la flauta andaluza, dar inacabables gracias a los dioses por la fortuna deparada.

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