Diario de Mallorca

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Pobres en la casa de al lado

La línea que separa el bienestar de la pobreza es cada vez más fina. Hasta hace poco, tener un trabajo garantizaba el sustento y el techo. Ahora, un empleo ya no asegura nada. La especulación salvaje en Eivissa y Formentera con la vivienda, impulsada por respetables ciudadanos con pocos escrúpulos, está propiciando la eclosión de nuevos pobres, aquellos que, teniendo un puesto de trabajo, no consiguen salir adelante. Es imposible que con un sueldo normal, un currante pueda pagar los precios estratosféricos que se piden en esta isla por cualquier cuchitril infecto. Personas que hasta ahora conseguían ir tirando están engrosando ya las filas de los pobres. Al no encontrar una vivienda que puedan pagar (incluso las habitaciones en pisos compartidos están por las nubes) acaban dando con sus castigados huesos en lugares insalubres. Sin hogar y con empleos precarios, la marginalidad está a un paso. Son nuestros vecinos, nuestros amigos, incluso nuestros familiares, pero el sentimiento de vergüenza cubre de silencio esa realidad. De vez en cuando, un trágico suceso hace aflorar a la superficie la miseria moral de nuestra sociedad. Los nuevos pobres malviven a nuestro lado y su drama permanece oculto hasta que un desastre lo saca a la luz. Entonces nos rasgamos las vestiduras con la boca pequeña... hasta la inevitable y próxima tragedia.

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