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Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

El poder de prometer

Armengol promete gratuidad de la educación de 0 a 3 años cuando es una promesa imposible; el costo en educadores a esa edad se multiplica por unos cuantos guarismos respecto a la obligatoria

Fue Adolfo Suárez (u Ónega) el que inventó el "puedo prometer y prometo". La primera parte de la frase se fundamentaba no en la frivolidad con la que despachaba Tierno los programas electorales (se hacen para no cumplirlos) sino en el sobreentendido de que quien había iniciado el desmontaje de la dictadura y, por tanto, presentaba resultados, había adquirido la condición de individuo creíble en sus compromisos. Se completaba la frase como la realización lógica de la potencialidad anunciada primero: "mis promesas se verán cumplidas". Está por ver si las de los candidatos a las próximas autonómicas y municipales reúnen el aval de la gestión realizada y el de su propia verosimilitud.

La gestión de Armengol, como casi toda gestión, tiene algunas cosas buenas, de las que quedan en el recuerdo, como la implantación con toda normalidad del impuesto turístico, y otras no tanto y que, además, quedan también en el recuerdo, como es el caso del nepotismo en su gobierno; y su propia conformación en documentos estancos. ¿Recuerdan los famosos contratos a Jaume Garau?¿Y el descanso gratis total de Biel Barceló en Punta Cana?¿Y el contrato de la conselleria de Salut a Jordan Thomas, el gurú socialista de Santanyí?¿Y la imposición a dedo de Josep Pomar, el responsable de Son Espases, del cargo de jefe de Urología a un conocido? Como sus colegas en el ayuntamiento de Palma, ha prestado más atención a la ideología que a la gestión. Lo ejemplifica su compromiso con el nacionalismo. ¿Acaso no lo recuerdan sus advertencias a Sánchez para que gobernara, no es no, con Podemos, ERC, PDeCAT, PNV y Bildu? ¿Su apuesta por un referéndum pactado en Cataluña basado en el derecho a decidir? Afectada, según Lambán, por la tramontana; que no, que es así. ¿Su continuada defensa de Valtònyc? ¿La imposición del catalán en la sanidad toreada vergonzosamente con plazos para acreditar el dominio de la lengua? Queda, como testimonio de su resiliencia a la adopción de medidas eficaces, si le podían afectar electoralmente, la desgana en afrontar la epidemia de la Xylella. Como testimonio de su sectarismo, la negativa, de la mano del PP, a la constitución de una comisión parlamentaria que investigara la quiebra de Sa Nostra, cuyos efectos deletéreos todavía reclaman medidas de la justicia. De su demagogia, el fracaso del REB. Promete gratuidad de la educación de 0 a 3 años cuando es una promesa imposible; el costo en educadores a esa edad (si hablamos de educación) se multiplica por unos cuantos guarismos respecto a la obligatoria. Pregunten el coste de las escoletes municipales. Promete la limitación del precio de los alquileres cuando lo único que puede limitarlos es un importante crecimiento de la oferta. Promete multiplicar la oferta por tres cuando sólo puede hablar de viviendas comenzadas, no de un sólido parque construido para el que ha dispuesto de cuatro años. Promete el tranvía. El Robin Hood palmesano promete trambús. Ya que es poco probable que puedan prescindir del líder del bosque de Sherwood, primero deberán aclararse sobre qué tipo de transporte brindarán a los palmesanos.

Hila promete, a buenas horas, un plan antigrafiti cuando fruto de su indolencia hemos tenido que sufrir, impotentes, en su mandato, los continuados atentados contra nuestro patrimonio arquitectónico. También, a buenas horas, los hierbajos en las aceras de las barriadas, eso sí, Born y Jaume III impecables. Lo del baldeo de las calles con agua parece una broma. Y promesas con pólvora del rey: el tranvía, que pagarán Armengol y Sánchez, como buenos hermanos. Para la corrupción en la policía promete no mirar hacia otro lado, cuando la verdad es que del desastre en el incumplimiento de las ordenanzas en la playa de Palma culpaba a los empresarios y no a su propia inacción municipal, que quedó demostrada con el célebre referéndum perdido de las terrazas del Born. Ahora ya no quieren lo que prometían con tanto candor izquierdoso.

Para Més todo gira en torno a Noguera, Robin Hood. Hasta Maria del Mar Bonet ha firmado por él. Pero el monolito de Sa Feixina ha resultado ser más duro que el sheriff de Nottingham y que el propio Juan sin Tierra. Lo que no está muy claro es la promesa hecha por el heredero republicano, que más que un programa parece una defensa: "Ni un paso atrás". Se trata de saber qué pasos adelante propone. Movilidad sostenible, acceso a la vivienda y diversificación económica parecen vagos compromisos poco conjugables con su promesa al tomar la vara: que Palma viviría la transformación más importante de su historia. Hace nada hemos sabido que Palma es la quinta ciudad más sucia de España.

De Isern y Coll de San Simón solamente esperamos si se besan o no. Y si el beso es o no un simulacro como el de hace unos pocos años entre Iglesias y Errejón. Isern arriesga mucho. Si segundas partes nunca fueron buenas, figúrense cuando las primeras dejaron algún toque de amargor y se pavonea de capacidad de gestión. De Company, un desleal de libro, pero centrado, sólo esperamos que no pretenda besarnos como parece que besa con tornillo a cuanto líder de su partido arriba a Mallorca, sea Santamaría, Casado o Maroto. Es el ejemplo de alguien que no manda ni en su casa pero se guarece tras la que sí manda. Eva Pomar, la platínica candidata de Ciudadanos, nos promete aparcamientos disuasorios y alquiler turístico urbi et orbe con normas de convivencia. Hay que mandarla de forma inmediata a Son Gotleu a poner orden. Una joya la señora.

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