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Matías Vallés

Al Azar

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Mandiola no se hace ilusiones

Manix Mandiola, que suena a percusionista afrocubano, ha ejercido sobre un desolado Atlético Baleares el mismo influjo que el austero Cúper en el Real Mallorca. El abertzale más importante del fútbol mallorquín desde Aduriz, se ha erigido en el entrenador oportuno en el momento oportuno, en la Segunda B futbolística. Lidera sobre todo mi Primera División, como la persona más inteligente que he entrevistado en los últimos años.

Mandiola no se hace ilusiones, ahí radica su secreto. Animado por un escepticismo radical „ "contratamos a un psicólogo y a los tres días cogió la baja por estrés"„, solo pueden ocurrirle cosas positivas. Su desapego recuerda al mejor Toni Nadal, despedido por hablar mejor que su sobrino. El duelo entre ambos técnicos sería apasionante. Nadie accede a un cargo al grito de "siempre tendré dudas de quien confía en alguien como yo". La frase corresponde a la llegada del vasco al Baleares, pero sirve indistintamente para el entrenador mallorquín.

En proporción a sus recursos, el Baleares alemán ha protagonizado la gesta deportiva más relevante de la temporada en Mallorca, isla dotada de media docena de campeones olímpicos y mundiales. Siguiendo las reglas de Sun-Tzu sobre el arte de la guerra, Mandiola ha sabido adaptarse a los equipos rivales, porque el conocimiento del enemigo es esencial para imponerse en la contienda. Los blanquiazules han sido molestos, pegajosos, capaces de la victoria inesperada al estar educados en la derrota habitual. Dado que "Guardiola ha causado daños colaterales entre quienes le imitan sin las herramientas precisas", el entrenador no le ha pedido al equipo lo que no podía dar. "Me pregunto a veces si los jugadores me entienden", proponía Mandiola con su característica autoironía. Lo siento, maestro, pero no le entienden. Tal vez por ello ejecutan sus instrucciones a rajatabla.

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