Diario de Mallorca

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Cuando Pedro Sánchez anunció su decisión de colocar como presidente del Senado a Miquel Iceta, la totalidad de los comentaristas políticos, por no hablar de los rivales parlamentarios desde el centro a la extrema derecha, entendió que se trataba de un gesto dirigido al soberanismo catalán. Ahí es nada, dejar la cámara que aplica el artículo 155 de la Constitución en manos de quien se ha manifestado contrario a hacer tal cosa, de quien sostiene que es partidario de celebrar un referéndum legal de autodeterminación, de quien ha defendido la figura del relator en las conversaciones entre el Gobierno y los secesionistas y de quien advierte que, con un 65% de independentistas optando por esa opción en las urnas, el resto de España tendría que aceptarlo.

Lástima de los detalles técnicos. Iceta concurrió a las elecciones en la lista del Partido Socialista Catalán al Congreso, así que para poder presidir el Senado necesitaría antes acceder a él. La mejor forma „la única, en realidad„ para lograrlo es que fuese nombrado senador de designación autonómica por el Parlament de Barcelona. Y como el surrealismo asoma en el lugar más inesperado, resulta que los independentistas „tanto Esquerra Republicana de Catalunya como Junts pero Catalunya y la CUP„ han anunciado que boicotearán esa iniciativa. Con lo que el deseo de la oposición de derechas de impedir que haya un presidente del Senado como Iceta será concedido merced a los votos del soberanismo.

El episodio del sí y el no a Iceta sigue en pie hasta que se proceda a las votaciones de hoy en el Parlament de Barcelona y veamos por dónde van los tiros. Pero si las intenciones anunciadas se confirman, no será él el próximo presidente de la cámara alta al no gozar de la condición de senador. Las cuentas están claras y el reglamento, también. Los independentistas cuentan con 65 escaños, los suficientes para impedir que triunfe el sí a Iceta incluso en el caso de que Ciudadanos, el Partido Popular y En Comú Podem sumen sus votos al PSC, cosa que está por ver.

Y las conclusiones son diáfanas para cualquiera que sepa leer. Tanto Pedro Sánchez como Miquel Iceta han basado su estrategia de manejo del proceso soberanista catalán apostando por el diálogo. Pero el boicot a la designación del segundo como presidente del Senado pone de manifiesto cuál es el significado de "diálogo" para los secesionistas. O bien se deja claro antes de empezar a hablar cuál es el resultado final del tira y afloja, asumiendo desde el Gobierno de España que se celebrará la consulta soberanista, o no hay nada más que decir. Con lo que volvemos, como en el Día de la Marmota, a la casilla de salida: plantee la presidencia que usted guste; proponga las comisiones que prefiera; haga la lista que le parezca de las cuestiones a tratar, que si no existe el compromiso previo de que me darán mi referéndum voy y rompo la baraja.

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