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Pilar Garcés

El desliz

Pilar Garcés

Poco se habla del pirómano

Los candidatos a alcalde no se refieren al delincuente que lleva dos años poniendo en jaque a la ciudad y sus vigilantes, y que ha causado pérdidas valoradas en más de 350.000 euros

Tal vez se trate de una estrategia cuidadosamente calculada para no darle alas, o quizás es mejor no meneallo. Pero los candidatos de los distintos partidos no hablan en esta campaña electoral de una de mis principales preocupaciones como palmesana que acaba de apoquinar una buena cantidad de euros en concepto de tasa de incineración: el pirómano. O pirómanos. No sabemos si el delincuente que lleva un par de años quemando contenedores de la basura en toda la urbe es uno (o una) o varios (o varias). Ignoramos cómo ha conseguido destruir más de 360 depósitos de todos los colores, causar daños en los coches aparcados cerca y en un buen número de fachadas, y que no le pillen. Con esa mezcla de fatalismo y resignación con que los ciudadanos asumimos que si llueve habrá vertidos fecales en las playas, que tenemos que comprar agua embotellada, y que todos los días de ocho a nueve la Vía de Cintura estará colapsada, hemos aceptado que un individuo (o una panda) cause destrozos en bienes públicos cuya factura pagaremos en comandita. Ni las investigaciones, ni las detenciones están dando réditos. Anteanoche mismo, otros dos contenedores abrasados. Una foto, un titular, y esa tarde ya han sido repuestos. A la pregunta de si un solo delincuente se puede reír de todos los cuerpos encargados de la seguridad de esta capital, me temo que solo cabe una respuesta afirmativa.

Ha quemado a dos pasos de la sede de la Policía Nacional, a dos pasos de la Guardia Civil, y a tiro de piedra de la Policía Local. Le va la provocación, y nadie ve nada, como nadie ve a quienes pintarrajean las venerables piedras de la muralla, las casas del centro recién restauradas por sus propietarios, los comercios de cualquier barrio, el edificio de Gesa. Alucino. No entiendo como alguien puede escalar una docena de pisos y dibujar letras de dos metros con su bote de spray sin que pase por allí un agente con mando en plaza y se lo lleve al calabozo. Pues ocurre. A diario. No han terminado de construir los nuevos muros del torrente de na Bàrbara, que el Govern vendió con grandilocuencia como los que "evitarán inundaciones durante 500 años", todavía lucen las cintas de plástico de las obras y ya están llenos de grafitis. Suerte que los han fabricado de hormigón, que si no iría el pirómano y les prendería fuego. Todo en esta ciudad parece viejo antes de inaugurarse. Los flamantes contenedores son pasto de las llamas antes incluso de que los hayamos pagado. Ni rastro del autor de doce incendios en una noche, del responsable de que un bloque entero de vecinos quedase atrapado sin salida. Se busca la colaboración ciudadana, y de hecho existen docenas de vídeos de los bomberos apagando depósitos en llamas. No hace falta música épica de fondo, basta el sonido de la caja registradora sumando, ring, ring, mil euros más, mil euros más, ring, ring, otros mil. Así vamos por los 350.000, más o menos.

Que levante la mano quien se sienta directamente insultado porque un enemigo de la ciudad de este calibre aún no haya sido detenido y puesto a disposición de la justicia. Los candidatos no hacen ninguna propuesta al respecto, a pesar de los estragos causados. Vale que la investigación la llevan los profesionales, pero tal vez ayudaría que el incívico sujeto sepa que puede llegar a tener un contrincante a su altura.

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