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Francina Armengol debió adelantar las autonómicas

Es fácil pronosticar a posteriori, pero Francina Armengol debió adelantar las autonómicas para que coincidieran con las generales del pasado domingo. Le adeuda esta prerrogativa de disolver el Parlament a Rosa Estarás, la reformadora del Estatut. Con algo de atrevimiento, la presidenta socialista habría obtenido la primera victoria de su cuarto de siglo en política, además de garantizarse cuatro años más en el Consolat. Habrá que demostrarlo.

El entorno de Armengol la empujaba a adelantar. La presidenta se negó en redondo por:

a) respeto a Més, que saldría perjudicado en una confrontación montada en clave estatal,

b) respeto a los plazos, a la estabilidad cuatrienal,

c) respeto a la pereza.

No sabemos qué hubiera sucedido en Balears de haber amontonado generales y autonómicas, pero conocemos hasta las milésimas el resultado obtenido por Ximo Puig al proceder a la acumulación en la vecina Comunidad Valenciana. La lesión a los intereses de Més, o Compromís, no hubiera sido tan dolorosa, y podía haberse soslayado prometiendo a los ecosoberanistas las cuotas de Govern vigentes.

Además, los votantes valencianos han ejemplificado un sabio discernimiento, al ser convocados simultáneamente a generales y autonómicas. El voto diferencial se ha mantenido, según demuestra el escrutinio del pasado domingo que adjuntamos:

PSOE: 27,8% (generales); 23,9% (autonómicas).

Compromís: 6,5%; 16,5%

Podemos: 14,3%; 8%

PP: 18,6%; 18,8%

Ciudadanos: 18%; 17,5%

Vox: 12,2%; 10,4%

El votante valenciano distinguió el pasado domingo entre el voto menguado a Compromís en las generales (6,5%) donde había que salvar a España, y una confianza agigantada (16,5%) a la hora de gestionar su comunidad. El aumento procede equitativamente de PSOE y Podemos. Obsérvese la homogeneidad absoluta en PP y Ciudadanos, el recorte de Vox procede del desdén de la ultraderecha moderada hacia las autonomías.

Por motivos de higiene, departo con el mínimo número de izquierdistas posible. Sin embargo, no me atrevería a concluir que los ecosoberanistas mallorquines son más deprimentes que sus homónimos valencianos a la hora de interpretar unas elecciones. Ergo, Armengol hubiera desperdigado en las autonómicas el voto que su partido concentró en las generales, y todos contentos.

A propósito, miles de personas me paran por la calle para preguntarme por el marcador de las elecciones a Cort. Pues un 15-14, siento intranquilizarles. ¿A favor de quién? No lo sé, deberían conformarse con esa exactitud. ¿Entra El Pi en Palma Con la dos de uno, sí.

La intrigante imagen de B. Ramon que hoy nos ilustra es una interpelación. ¿Se trata de Manuel Valls, el aspirante a la alcaldía de Barcelona, posando triunfal en la Catedral de Palma junto a dos desconocidas? No, es Marc Pérez-Ribas, candidato por el mismo partido al Govern. El parecido razonable demuestra que el patriótico Ciudadanos selecciona a sus candidatos obedeciendo a un patrón afrancesado. El eslogan inevitable: "Albert Rivera, el presidente al que votarían todas las francesas".

Uno de los escasos hitos de mi triste carrera consiste en haber sucedido a Biel Majoral como tertuliano del programa de Xavier Grasset en Catalunya Ràdio. Mi felicidad se ensancha ante la Creu de Sant Jordi otorgada por la Generalitat al revoltoso profesor mallorquín junto a Lionel Messi. Siempre provocador, Cataluña premia la "calidad incisiva" de su obra. Es el mismo argumento que desaconsejaría concederle galardones en Mallorca. Vean Gloria Bell, un excelente portrait de femme en el que por primera vez me ha atraído Julianne Moore (58).

Reflexión dominical preventiva: "El hándicap de Rafael Nadal no es jugar lesionado, sino jugar con pánico a lesionarse".

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