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Callada estás más "segura"

Morena, guapa y salerosa, la chica me cuenta que el otro día a la una de la tarde y casi debajo de su piso, cerca del parque de la Paz, un individuo empezó a importunarla y hacerle gestos obscenos. Ella, que creció sin miedo, en vez de tragarse el asco como han aprendido a hacer tantísimas mujeres, y también niñas a las que atemorizan con sus proposiciones y 'piropos' indecentes hombres que podrían ser sus padres o abuelos, contestó a su 'admirador'. Le tildó, merecidamente, de "guarro" y le preguntó si no tenía vergüenza. Qué había hecho. Inmediatamente el tiparraco se puso agresivo y entre amenazas y gritos de "puta" salió tras la joven, que tuvo que correr a refugiarse en su coche con los pestillos bajados hasta que aquél se acabó cansando y, aparentemente, se fue. Todavía con el susto en el cuerpo cuando salió, buscó apoyo en un agente que multaba un vehículo un poco más allá pero el uniformado le restó importancia, le explicó que ese tipo de sucesos no eran "habituales" en la zona y siguió a lo suyo. O sea, ni caso. Sola, lo más prudente que podía hacer, e hizo, era cambiar sus planes y encerrarse en casa para evitar un mal encuentro. Con toda la rabia. Con la impotencia de la víctima que se tiene que esconder, porque la calle, demasiado a menudo, tampoco es para las valientes. "Y luego nos sueltan que el feminismo no hace falta...", lamentaba. Sí, eso dicen y eso votan, pero quizás porque hay muchos a los que les gustaría que siguiera siendo así, y las mujeres callásemos.

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