Diario de Mallorca

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La pasada semana el mundo occidental quedó conmocionado por los atentados religiosos que se han producido en Sri Lanka, antes Ceylán. Más de 350 muertos, la mayoría cristianos que estaban en una Iglesia, asistían a un oficio religioso, la celebracion del Domingo de Resurrección que para los católicos es una conmemoración significativa. El Estado Islámico ha reivindicado la autoría de la masacre y la justifica como represalia por el atentado que cometió un perturbado supremacista en Nueva Zelanda, en el que murieron unas 50 personas que asistían también a diversos actos religiosos en varias mezquitas. ¿Tiene alguna lógica el matar por razones religiosas o ideológicas?, ¿alguien puede justificar que se asesine por pertenecer a un credo diferente? Sorprende que una masacre como la de Sri Lanka no haya tenido mayor repercusión en los medios de comunicación, tal vez la vorágine política de estos días ha acallado un asunto tan importante como este. El IS, Estado Islámico, no solo atenta contra personas por sus sentimientos espirituales sino también, contra el Arte y la Cultura que surge de aquellos sentimientos. La creencia religiosa es creadora de arte, la fe se convierte en arte.

Recordemos que entre otras atrocidades estos ignorantes irracionales del Estado Islámico destruyeron en Afganistán, con disparos desde sus tanques, unas monumentales estatuas de Buda, -patrimonio de la humanidad-, talladas en la ladera de un acantilado del valle de Bamiyan, en la antigua ruta de la seda. En aquel lugar se concentraron, históricamente, monasterios budistas, fue espacio de religión, filosofía y arte, -arte greco-budista-. Eran estatuas gigantes median más de 50 metros de altura, -monumentos artísticos- que habían pervivido intactas más de 1.500 años. Y no solo esto, sino también, este inicuo movimiento islamista, en Irak, concretamente en Mosul, estos bestias golpearon con mazas y taladros esculturas de la civilización asiria que se encontraban en el museo de la ciudad. En la biblioteca de la universidad prendieron fuego a miles de libros no solo de carácter religioso sino también importantes ejemplares de textos que trataban de ciencia y filosofía. En el mismo Irak, tras la caída de Sadam Husein saquearon miles de tablillas cuneiformes, esculturas y bronces y procedieron a su venta a coleccionistas privados y no tuvieron el más mínimo escrúpulo en recibir por ello sustanciales cantidades de dinero. Recuerdo que en aquellos días me invadió un fuerte sentimiento de angustia y contrariedad. Ahora, en estos atentados de Sri Lanka, se trata de personas que no hacían mal alguno, rezaban en relación a sus sentimientos religiosos.

Emile Durkheim, filósofo francés, (1858-1917), pionero de la moderna sociología, en su libro "Las formas elementales de la vida religiosa", desarrolla una teoría sobre la importancia social de la religión, reconoce su valor y le atribuye una función comunitaria. Las religiones están fundadas en la naturaleza de las sociedades, las define como un sistema de creencias, mitos, y ritos que unen a una colectividad en busca de la trascendencia, sentimiento que está alojado en la profundidad de la psique humana. Y esto, que objetivamente es así, nada tiene que ver con el fanatismo religioso. Fanatismo bajo cuya influencia se han llevado a cabo auténticas atrocidades, guerras, genocidios y atentados culturales. El fanático es una persona ignorante que cree debe defender sus dogmas mediante la agresión, pues cree que todos los demás son herejes. Estos sujetos son incapaces de entender y admitir un mundo diferente y su diversidad, su erróneo razonamiento no les permita poner en duda sus ideas. El fanático es un individuo obcecado, agresivo, incapaz de dialogar y con una radicalidad ideológica enfermiza.

Sin embargo las personas de pensamiento inteligente, profundo y religioso nunca tienen seguridad absoluta en sus creencias. Incluso los profetas Abraham, Moisés, Isaías o Jeremías tuvieron vacilaciones en su fe y temores ante la idea de Dios. El término religión proviene del vocablo latino, "religare", que significa unir. El hecho religioso solo puede entenderse como la unión de los creyentes de cualquier religión. Nunca su eliminación.

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